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JosÉ
DE LA RIVA-AGÜERO
Collahuas, fue maestro de Aputampu, el curaca de Pacari-
tambo, a quien dejó al partir el sagrado báculo (tauna)
con letras misteriosas, y los vasos de oro; y que Manco
Cápac y sus hermanos los Ayar fueron descendientes y
herederos de Aputampu_
Ante este cúmulo de autoridades, admira que el Dr.
Uhle tenga por puramente míticos los orígenes de los
Incas en el Titijaja, e inconciliables con las tradiciones de
Pajarejtampu, en la región de Paruro 53. Claro que toda la
historia incaica, como de trasmisión oral, es leyendaria;
pero interpretada por la crítica, la leyenda descubre un
fondo de incontrovertible verdad. La conformidad de las
fuentes arguye en este caso con una evidencia moral, úni-
ca asequible en tales materias. Lejos de ser inconciliables,
las tradiciones incaicas de Paruro y del Titijaja, se ajustan
y armonizan muy cabalmente ante el buen sentido. Nada
nos obliga a tener por artículo de fe que los Incas, antes
de moverse al Cuzco, vivieran de toda eternidad estables
en Pajarejtampu, y no pudieran en manera alguna haber
venido del Collao, máxime cuando está plenamente demos-
tardo que el Collao fue el más activo foco de la primor-
dial cultura andina, y cuando en ia comarca del Cuzco y
entre los mismos Incas se han hallado objetos que paten-
tizan la irradiación e imitación de aquella cultura de Tia-
huanaco. En el Museo de la Universidad del Cuzco, se
guardan un depósito cuadrangular de piedra obscura muy
gastada, con imágenes semejantes a las de la portada de
la Acapana, y un aríbalo incaico con ornamentación tia-
huanaquense 54. La arquitectura ciclópea, de aparejo de po-
liedros irregulares, en Hatunrumíoj, Sajsayhuaman, Quenco
y OHantaytambo, para todo juicio sereno, pertenece, con
muy leves diferencias, a la de Tiahuanaco, cuyas notas
53 Max Uhle,Orige" de los 1ncas.
54 Luis E. Val cárcel 1iabuanacu, OllantaitGmbo, Cuzco, centros megalíticos
CRev. 'U"iv. del Cuzco, Agosto de 1921).