130
JosÉ
DE LA RIVA-AGÜERO
problemática (cuyos vestigios no se descubren), habrían
acudido a reanudar las obras. Si no lo hicieron, parece
lo racional suponer una acción violenta, bélica, la substi-
tución de una raza por otra, el naufragio de una civiliza-
ción por efecto de una invasión bárbara. Los edificios de
Tiahuanaco y los demás de su género del Perú, presentan,
es cierto, determinada gradación de estilos y maneras;
pero todos pueden explicarse lógicamente como derivados
.unos de otros, hasta que de golpe se corta la evolución,
y se abre un improviso abismo de decadencia y barbarie.
Pues bien; ese momento, que es el de la ruina y cataclis-
mo de Tiahuanaco, está representado precisamente por
el advenimiento de la conocida y genuina arquitectura ay-
mara de las chulpas funerarias y por la pobrísima alfa-
rería que la acompaña. Uhle ha tenido que admitirlo 33. La
constatación ha sido trágica para el orgulloso aymarismo; y
es muy improbable que convalezca de tan mortal herida.
Puesto en este trance por sus propias excavaciones en el
Altiplano y en la región de Arica, el campeón de los Ay-
maraes ha reconocido honrada y plenamente aquella in-
deleble invasión de Cari y sus atacameños, que primero
Bandelier y después yo habíamos propugnado con tanta
convicción. Ha robustecido Uhle nuestra tesis con valiosas
observaciones; pero reputa la intrusión de los Caris co-
mo mero factor e ingrediente en la cultura de Tiahuana-
co, por más que sean patentes sus destructores resulta-
dos, y proclama siempre a los Aymaras como primitivos
y castizos tiahuanaquenses. Imputa a los Caris el mérito
de la invención y difusión del famoso signo escalonado.
Están a punto los Atacameños de sustituir, en su apasio-
nado ánimo, a los antes tan ensalzados Aymaraes. Ya,
como otrora a éstos, mediante impertérritas etimologías,
33 Bol. de la soco Qeog. de Lima. vols. 10 y 25; Posición 1Ustórica de
Aymaraes (Bol. Soco J'hc. de Estadística, La Paz, 1910, 20 trimestre); Ar-
queología de Arica y :Tacna (SOc. Ecuatoriana vol. III), etc.
105