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JosÉ
DE LA RIVA-AGÜERO
demuestra la pureza y casticidad del quechua en que el
Ollantay está escrito-, en él se guardan las reglas de la
armonía vocálica, del propio modo que en los idiomas
uralo-altaicos, 10 mismo que en el turco, 10 mismo que en
el magiar. Por todo esto y muchas otras circunstancias, es
imposible que el Ollantay provenga de fines del siglo XVIII,
como algunos 10 han pretendido. El manuscrito de La Paz,
consultado por Tschudi, tenía ya como fecha de copia o
representación la del año 1735; mas, por 10 que hemos
dicho, parece evidente que la refundición castellana o mes-
tiza, a la que debemos el actual texto, ha de ser cuando
menos un siglo más antigua. De los cantos incaicos que
en ella se intercalan, el haraui de la Escena IV es la obra
maestra de ia lírica quechua. D. Bartolomé Mitre, nadie
sabe por qué, vió en él una imitación del Cantar de los
Cantares. Si no temiera yo insistir demasiado en las analo-
gías peruanas con el Asia, que suelen ser casuales simili-
tudes, explicaría cómo hace recordar especialmente los can-
tos populares de las razas mongólicas, hasta en las ala-
banzas a la palidez o relativa blancura de algunas mujeres,
cuya existencia en el linaje incaico y en las comarcas de
Moyobamba comprueban Garcilaso, Pedro Pizarro y Cieza
de León 33.
Los caracteres en el Ollantay nada tienen de europeos.
El protagonista no obedece al pundonor caballeresco, móvil
de todo genuino drama español, sino a la ira y sed de ven-
ganza propias de un primitivo. Cusi CóylIur no es hermana
de las fuertes heroinas de Lope y Calderón; es una india
de verdad, pasiva y resignada, que. no sabe sino amar y
sufrir, quena melodiosa pero monótona, sólo henchida de
querrellas gemebundas. La madre, la emperatriz o Coya
Anahuarqui, contrariando los usos del teatro castellano, sale
33 Véase de preferencia sobre este particular Garcilaso Comentarios :Reales,
Primera Parte, Libro V, Cap. XXVIJI- y Cieza de León, Crónica del Perú,
Primera Parte Cap. LXXVII.