EL IMPERIO INCAICO
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por la Sociedad Filarmónica de Lima), de imponente y
augusta majestad sacerdotal. Hay barauis amatorios de
inefable tristeza. Y como contraste propio de esta raza,
que auna la alegría con el llanto, y cuyos regocijos están
siempre bañados en lágrimas, las extrañas danzas bulli-
ciosas de las jasbuas y los repiqueteados buaynos.
La letra de dichas canciones es también muy curiosa 28.
Algunas muestran ya bastante influencia castellana, pero
todas descubren la índole quechua. Cantinelas frescas y
melancólicas, como un paisaje de madrugada andino. Poesía
blanca, casta y dolorida, de candoroso hechizo y bucólica
8uavidad, ensombrecida de pronto por arranques de la más
trágica desesperación. Esquiva y tradicional, esta raza,
más que ninguna otra, posee el don de lágrimas y el culto
de los recuerdos. Guardiana de tumbas misteriosas, eterna
plañidera entre sus ruinas ciclópeas, su afición predilecta
y su con