Libro digital 1 TOMO-5 | Page 117

EL IMPERIO INCAICO 89 Tal vez por la hermandad de los Chimús y Mochicas del Perú con los indios del litoral del Ecuador, asegurahan muchos, al tiempo de la conquista española, que el seño- río del Gran Chimú alcanzó hasta las regiones de Manta, Manabí y Puerto Viejo 24. Las razas de la Costa Peruana, adelantadas y opulen- tas, pero muelles, se vieron nuevamente sometidas a la Sierra, por la segunda dinastía incaica. La primera dinastía de los Incas, la de los cinco reyes 'Hurincuzcos , limitada a las serranías que ahora correspon- den a los departamentos del Cuzco y Apurímaj y sus con- fines, no obtuvo sino una incierta hegemonía dentro de la Liga Quechua. Capitaneándola, combatieron los Incas sin cesar contra los Collas y sus congéneres. El último de los Hurincuzcos Jápaj Yupanqui (nombre que significa "El Po- deroso Memorable"), murió asesinado en el palacio del ba- rrio de 1nticancha (después templo del Sol), por la suble- vación de sus feudatario s y grandes vasallos. La dinastía de los 'Hanancuzcos, que principió con 1nca Roja (El Príncipe Prudente), fue de carácter más centralista y conquistador. La confederación se convirtió paulatinamente en un imperio despótico, en una inmensa agrupación de comunidades agrícolas, bajo la autorídad absoluta de Sapallan 1nca (Solo Señor), aunque las tribus incaicas retuvieron en diferentes grados sus privilegios de exención de tributos, monopolio de los gobiernos y sacer- docio superiores, y exclusiva composición de la guardia o milicia denominada por los españoles, a causa de sus zar- cillo distintivos, de los Orejones. Después de quebrantada, con auxilio de los quechuas confederados, la ofensiva de los Chancas contra el Cuzco Ca mediados del siglo XIV, 24 Véase las 1nformaciones de 'Vaca de Castro publicadas por Jiménez de la Espada.