EL IMPERIO INCAICO
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Tal vez por la hermandad de los Chimús y Mochicas del
Perú con los indios del litoral del Ecuador, asegurahan
muchos, al tiempo de la conquista española, que el seño-
río del Gran Chimú alcanzó hasta las regiones de Manta,
Manabí y Puerto Viejo 24.
Las razas de la Costa Peruana, adelantadas y opulen-
tas, pero muelles, se vieron nuevamente sometidas a la
Sierra, por la segunda dinastía incaica.
La primera dinastía de los Incas, la de los cinco reyes
'Hurincuzcos , limitada a las serranías que ahora correspon-
den a los departamentos del Cuzco y Apurímaj y sus con-
fines, no obtuvo sino una incierta hegemonía dentro de la
Liga Quechua. Capitaneándola, combatieron los Incas sin
cesar contra los Collas y sus congéneres. El último de los
Hurincuzcos Jápaj Yupanqui (nombre que significa "El Po-
deroso Memorable"), murió asesinado en el palacio del ba-
rrio de 1nticancha (después templo del Sol), por la suble-
vación de sus feudatario s y grandes vasallos.
La dinastía de los 'Hanancuzcos, que principió con
1nca Roja (El Príncipe Prudente), fue de carácter más
centralista y conquistador. La confederación se convirtió
paulatinamente en un imperio despótico, en una inmensa
agrupación de comunidades agrícolas, bajo la autorídad
absoluta de Sapallan 1nca (Solo Señor), aunque las tribus
incaicas retuvieron en diferentes grados sus privilegios de
exención de tributos, monopolio de los gobiernos y sacer-
docio superiores, y exclusiva composición de la guardia o
milicia denominada por los españoles, a causa de sus zar-
cillo distintivos, de los Orejones. Después de quebrantada,
con auxilio de los quechuas confederados, la ofensiva de
los Chancas contra el Cuzco Ca mediados del siglo XIV,
24 Véase las 1nformaciones de 'Vaca de Castro publicadas por Jiménez de la
Espada.