Libro digital 1 TOMO-5 | Page 114

86 JosÉ DE LA RIVA-AGÜERO (por voluntaria elección de los confederados i por ejemplo Andahuaylas en tiempos de Inca Roja, para defenderse de los ataques chancas) y que a la cabeza de ella empeñaran tan implacable guerra contra los Collas, representantes de la raza aymara, y contra los Chancas aymarizados. La expansión colla, apretando a los Quechuas hacia el noroeste, convirtió en regiones de lengua aymara a todas las confinantes del Collao, como las serranías de Moque- gua y Arequipa, Collahua (o sea la moderna Cailloma), y parte de las provincias de Canas y Can chis, las cuales fueron probablemente zonas de transición lingüística, qui- zá bilingües. Pero mas al norte había otros tribus que- chuas, como los Cachinas, Quispicanchis y Acomayos, que, del propio modo que los Incas, recordaban el gran lago originario, y creían que a su perdida patria retornaban las almas de su difuntos 18. Para que se guardaran con tal persistencia y viveza estos recuerdos, es necesario admitir que no transcurrió lar- go tiempo desde la dispersión de los Quechuas en los lla- nos del Collao hasta el establecimiento de los Incas en el Cuzco, dos o tres siglos a 10 sumo. El itinerario de las gentilidades o clanes Incas, desde Pacaritambo al Cuzco, rememorados en fá.bulas y cantares,19 se asemeja muchísimo al de los Nahuatlacas, y después especialmente al de los Az- tecas, en el Anáhuac. El caudillo incaico, Manco Jápaj, no parece un héroe mítico, un antepasado epónimo, sino un personaje de existencia histórica (como los Tenuchtzin y Acamapitzin), divinizado luego por la leyenda. Su culto no era el de un dios, sino el mismo gentilicio y reducido que el de los monarcas sucesores suyos. No tiene aspecto de epónimo su nombre, pues no se explica por denomina- 18 Cieza, Primera Parte de la Crónica del Perú. 19 El resumen castellano de ellos compone los caps. 11, 12, 13, Y 14 de la Segund.. Parte de la Ristoria yoneral 1ndica de Pedro Sarmiento de Gamboa (Pu blicada por R. Pietschmann, Berlín, 1906).