EL IMPERIO INCAICO
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con el área de la posterior de los Incas, y la aventajó en
invención y empuje, según su orfebrería, su cerámica y
sus costrucciones megalíticas lo atestiguan. El problema
que sobre ella se plantea, consiste en averiguar si fue de
la raza quecbua, o de la que inexactamente se conoce por
aymara y con propiedad debería denominarse colla. Por
el aymarismo se deciden Middendorf, Max Uhle, los doc-
tores Rivet y Lorena,6 y el Marqués de Créqui-Monfort.
No obstante el crédito y peso de tales autoridades, nun-
ca han podido convencerme en este punto por las mu-
chas imposibilidades que su sistema implica. Si defiendo
el origen quechua, o mejor protoquechua, de la cultura de
Tiahuanaco, no es ciertamente por apego a una hipótesis
propia, pues no soy yo el primer propugnador de ella, sino
el Dr. Patrón, quien la formuló particularmente en su dis-
curso del 29 de julio de 1906 ante el Instituto Histórico
de Lima.
Un primer argumento de los aymaristas se resuelve
en que Huiracocha, creador de Tiahuanaco y del mundo
según la mitología indígena, y cuya figura aparece en el
monolito de la Acapana, fue divinidad aymara. Pero el
supuesto es dudosísimo, en alto grado improbable. El nom-
bre y culto de Huiracocha son esencialmente quechuas,
y en su leyenda se le ve siempre maltratado en las regiones
aymaras o mixtas y bien acogido y adorado en las quechuas
genuinas. Los Callas al cabo conocieron y aceptaron la de-
nominación de Huiracocha para el dios creador, por la
propagación y compenetración de religiones y culturas en
el proceso histórico; pero su dios gentílico o advocación
nacional era T abuacapa, llamado también Arnabuan, a
quien los quechuas declaran hijo o criado infiel de Huira-
cacha, y enemigo de sus adoradores. Cuando los Incas
guerreaban con los Chancas -nación que parece aymara,
6 Dr. Antonio Lorena, en el Boletín del Centro Científico Cuzqueño.