78 JosÉ DE LA RIVA-AGÜERO
lingüísticas vinculan, por ejemplo, el arameo con el árabe, el antiguo persa con el sanscrito, y al griego con el latín. En mitología, el dios supremo que ambas razas adoraban( a lo menos en los últimos tiempos), Huiracocha, recuerda prodigiosamente al Quetzalcohualt mejicano y al Cucu1cán de los Mayas. Quizá no iba descarriado Angrand al presumir que con la civilización de los Toltecas se emparentaba al Tiahuanaco.
Las ruinas ciclópeas del Tiahuanaco en Bolivia, cerca de la orilla meridianaI del Lago Titijaja 4, Y no lejos de la ciudad de La Paz y de la frontera peruano, son las mas principales y características del primer imperio de la Sierra. Les atribuye Uhle quince o veinte siglos de antigüedad mínima; en la gran portada rota de la Acopana ha descubierto la imagen del dios creador Huiracocha; y ha hecho notoria la difusión del estilo ornamental tiahuanaquense hasta Cuenca del Ecuador en el Norte, y hasta Catamarca y Tucumán de la Argentina, el valle central de Chile por el sur. 5 Por el Occidente, las huellas del Imperio del Tiahuanaco, superpuestas a las de la primera civilización costeña, son visibles junto a Trujillo; y eq las inmediaciones de Lima, el vetusto santuario del dios Patchácamaj las presenta de igual manera sobre las del período de Nazca, y a la vez que las probables de un antiquísimo incendio, que verosímilmente ha de atribuirse a los invasores serranos.
Argúyese de todo esto la importancia de la civilización del Tiahuanaco, que en extensión material coincidió casi
4. Así debe escribirse para la recta pronunciación castellana; pnes la cc doble o áspera de los idiomas andinos puede reproducirse aproximadamente con nues · tra j, pero jamás COn nuestra c.
5 Max Uhle. Art. cit. en la: Rev. ' Rist. de Lima T. IV; Y otro artículo del mismo en la: Rev. Cbilena de ' Rist. y geog., T. VlII, MCMXIII.