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Jueces
17. 1 –18. 3
Hubo un hombre del monte de Efraín, que se llamaba Mi- 17
caía, el cual dijo a su madre: Los mil cien siclos de plata que 2
te fueron hurtados, acerca de los cuales maldijiste, y de los
cuales me hablaste, he aquí el dinero está en mi poder; yo lo
tomé. Entonces la madre dijo: Bendito seas de Jehová, hijo
mío. Y él devolvió los mil cien siclos de plata a su madre; y 3
su madre dijo: En verdad he dedicado el dinero a Jehová por
mi hijo, para hacer una imagen de talla y una de fundición;
ahora, pues, yo te lo devuelvo. Mas él devolvió el dinero a 4
su madre, y tomó su madre doscientos siclos de plata y los
dio al fundidor, quien hizo de ellos una imagen de talla y una
de fundición, la cual fue puesta en la casa de Micaía. Y este 5
hombre Micaía tuvo casa de dioses, e hizo efod y terafines, y
consagró a uno de sus hijos para que fuera su sacerdote. En 6
aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien
le parecía. Y había un joven de Belén de Judá, de la tribu de 7
Judá, el cual era levita, y forastero allí. Este hombre partió 8
de la ciudad de Belén de Judá para ir a vivir donde pudiera
encontrar lugar; y llegando en su camino al monte de Efraín,
vino a casa de Micaía. Y Micaía le dijo: ¿De dónde vienes? Y 9
el levita le respondió: Soy de Belén de Judá, y voy a vivir don-
de pueda encontrar lugar. Entonces Micaía le dijo: Quédate 10
en mi casa, y serás para mí padre y sacerdote; y yo te daré
diez siclos de plata por año, vestidos y comida. Y el levita se
quedó. Agradó, pues, al levita morar con aquel hombre, y fue 11
para él como uno de sus hijos. Y Micaía consagró al levita, 12
y aquel joven le servía de sacerdote, y permaneció en casa de
Micaía. Y Micaía dijo: Ahora sé que Jehová me prosperará, 13
porque tengo un levita por sacerdote.
En aquellos días no había rey en Israel. Y en aquellos días 18
la tribu de Dan buscaba posesión para sí donde habitar, por-
que hasta entonces no había tenido posesión entre las tribus
de Israel. Y los hijos de Dan enviaron de su tribu cinco hom- 2
bres de entre ellos, hombres valientes, de Zora y Estaol, para
que reconociesen y explorasen bien la tierra; y les dijeron: Id
y reconoced la tierra. Éstos vinieron al monte de Efraín, hasta
la casa de Micaía, y allí posaron. Cuando estaban cerca de 3
la casa de Micaía, reconocieron la voz del joven levita; y lle-