Libre Fantasía Junio 2017 | страница 18

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Reaccionó unos minutos luego de su desaparición, estaba desorientado: había arribado y logró ver a Nu´g-tha en toda su magnificencia, pero ahora se hacía el tiempo de dormir y necesitaba un lugar para descansar. Subió un poco más y la pared frente a él se aplanó de golpe mostrándole una pradera ondulada que se refugiaba contra la ladera que continuaba mucho más atrás. La planicie era muy verde y había plantas y frutos como en su aldea, pero aquí sin árboles. Y no fue poca su sorpresa al divisar una pequeña choza que se elevaba en una pequeña ondulación del terreno. No lo podía creer, creyó que Nu´g-tha le había preparado un lugar para dormir y corrió sin dudarlo hacia allí.

Al entrar a la choza quedó helado al ver un anciano recostado sobre las ramas que hacían de cama, al lado de una pequeña fogata. El viejo era mucho más anciano que los ancianos que conocía. Parecía dormido, pero abrió un poco los ojos y lo miró con una mezcla extraña de sorpresa y tristeza. Le hizo señas para que se acercara, y le pidió que le ayudara a tomar agua. Ptauht así lo hizo, y entonces se dio cuenta de que el anciano estaba moribundo.

Luego de tomar agua, le pidió que le escuchara: comenzó a contarle su propia historia, de como había sido alguna vez un joven agricultor de la aldea de Th'amn, y de como su orgullo y curiosidad le llevaron a desafiar todos los peligros para subir hasta el techo del mundo. Le explicó que no era el primero, y que aquí había descubierto la naturaleza de Nu´g-tha; un fuego más lejano que cualquier cosa que pudiera imaginar como lejana, y también de como mirarlo enceguece, salvo unos momentos antes de bajar a dormir. Le hizo mirar por la ventana y Ptauht descubrió el brillo de la primera estrella. Ptauht no dejaba de maravillarse por todo lo que le relataba el anciano, con la vista fija en la puerta y ventana vio llenarse de innumerables puntos luminosos la oscura tela que reemplazó a la azul. Pero no dejaba de escuchar atentamente todo lo que el anciano le relataba. El anciano también le contó que otros habían llegado antes de Ptauht, y en algún momento trataron de volver. Pero los riscos y desniveles que atravesó Ptauht son realmente insalvables para un regreso, y así los huesos de quienes lo intentaron alimentaron el osario que antes había visto. El anciano entonces suspiró cerrando los ojos y quedó callado.