TEMAS ESPECIALES
de y porque no es bueno para el
país. Y si tanto le gusta disfrutar el
poder, entonces formalícela y dele
un cargo como, por ejemplo, el de
presidenta del Consejo de Ministros, o que encabece la lucha para
restablecer la seguridad ciudadana.
Le aseguro que no va a querer, porque a ella sólo le gusta probar la
miel del poder, pero sin responsabilidad; y participar sólo en las cosas
bonitas, favorables, que destilen
generosidad y que rindan ganancias populistas.
la ofensa y no deseamos permitirlo, porque es como si alguien sin
ninguna autoridad, nos ninguneara; por eso es que nos atrevemos
a opinar, porque se está maltratando a nuestro país, a su Ejecutivo y,
sobre todo, a nuestro Presidente,
por su propia esposa, sobre la que
la mayoría cree que se estaría comportando como una metomentodo, entrometida o metiche.
Al término de su mandato podría ser Ud. el hazme reír de todo
el mundo. Por segunda vez le digo,
que se ajuste de una vez los pantalones y asuma el total liderazgo del
país y sáquelo adelante con sabiduría. Ordene a su esposa que por
su propio bien y el del país, sólo se
limite a sus funciones como Primera Dama y cuestiones afines, y que
no se inmiscuya en el Consejo de
Ministros ni se dedique a dar órdenes o autorizaciones directas a los
ministros u otros funcionarios del
ejecutivo, porque no le correspon-
La actitud espontánea que aparenta la Sra, Nadine al respecto,
rayana en el capricho de salirse
siempre con la suya o de demostrar que ella es la que manda, hace
que se perciba en los niveles más
altos del ejecutivo peruano tufos
de folklorismo y de montesinismo, comenzando por los no tan
acertados nombramientos de presidentes del Consejo de Ministros,
ministros y demás funcionarios, a
los cuales se les pierde pronto la
confianza, se los maltrata y se los
cambia. Pareciera que a ella no le
interesa el bien del país, sino más
bien su propio ego, el de gozar
con el ejercicio del mando y tener
marionetas a quienes manipularlas
a su antojo.
Y si algún ministro o funcionario quisieran tener opinión o criterio propio, que no le guste a la
doña o a la pareja, ipso facto, el
aparato presidencial, su entorno,
así como sus ayayeros y ayayeras
le mueven la alfombra al funcionario irreverente, le “serruchan el
piso”, le develan sus “anticuchos”,
lo aíslan y les preparan “camitas”
hasta obligarlo a renunciar, tal
como le pasó recientemente al ex
premier Villanueva y, como pronto, le pasará a la ministra Omonte.
Al mismo estilo de Montesinos.
Los ayayeros y sobones siempre piensan que apoyar al jefe es
hacerle el amén en todo lo que él
diga o proponga, porque no se
Revista Guardia Civil
atreven a contradecirlo o darle una
opinión contraria así se den cuenta
de que está equivocado, y esto se
acentúa, aún más, cuando el “jefe”
tiene vocación de dictador o tirano,
porque este se cree infalible y no
acepta oposición (estás conmigo o
en contra de mí, es su clásica expresión) ojo con eso. En cambio,
un verdadero demócrata, acepta,
analiza y evalúa las sugerencias
de sus asesores. Así que señores
ayayaeros, sobones, piquichones y
demás rastreros, nuestro Presidente tiene aún cierta nobleza, así que
háganle un favor al país y sugiéranle un cambio de actitud sobre el
tema, remárquenle que la intromisión de su esposa y el desacertado
e inoportuno incremento brusco
de las remuneraciones de la burocracia dorada lo van a hundir en el
desprecio de su pueblo, agravado
aún más, según las últimas encuestas por la negativa a agendar
el salario mínimo vital que, dicho
sea de paso, le debe haber sabido
a chicharrón de cebo al Ministro de
Economía, que es otra de las tres
patas del poder de este gobierno,
que está pasando piola.
Es el colmo que en dos años y
medio se haya cambiado 5 presidentes del Consejo de Ministros;
es decir un cambio de timón cada
semestre. Así no se va a poder conseguir un trabajo de gabinete sostenido en el tiempo con propuestas
o proyectos que se terminen bien
en todos los sectores; además de
estar con dimes y diretes entre autoridades supuestamente del más
alto nivel. Se ve feo y así se pierde
autoridad y respeto que trasciende internacionalmente. Parecemos
realmente una republiqueta con
un Presidente que todavía no tiene claras las cosas y que además,
confunde el amor a su mujer con la
permisividad de tolerarle caprichos
y pataletas que viene afectando su
imagen como hombre y como Primer Mandatario, haciéndole perder prestigio interna y externamen-
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