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HISTORIA le dije que los militares ya se habían llevado a ‘Feliciano’, pero nosotros nos habíamos quedado con sus pertenencias. Le informé que estábamos terminando de redactar el parte de la intervención policial y el acta de incautación de todo lo que el terrorista llevaba consigo. ¿Qué le respondió? Me dijo: ‘Oiga, mayor, primero ese parte de la captura me lo suspende y me lo rompe inmediatamente’. Pidió que le entregaran todas las cosas de ‘Feliciano’ y ordenó a su chofer que las subiera a su camioneta. Eso no fue todo. Me pidió que no quedara ningún rastro, ningún vestigio de que ‘Feliciano’ había estado en la comisaría. ‘Nadie debe saber nada de esto’, me dijo. Luego nos reunió a todos en mi despacho (los cinco suboficiales y yo) y nos habló: ‘Saben qué muchachos, cálmense, esta es una orden del Gobierno. No se puede hacer otra cosa. No debe quedar indicio alguno de que ‘Feliciano’ ha estado en esta comisaría. Lo que sí les puedo ofrecer, quizá, es un ascenso’. ¿Después qué sucedió? García Molleda me pidió que lo acompañara al aeropuerto de Jauja, pues estaba por llegar el presidente Fujimori. Cuando llegamos, lo primero que hizo el coronel fue entregarle al general del Ejército José Indacochea todas las pertenencias de ‘Feliciano’ envueltas en una colcha. Se las entregó sin mirar lo que había. Luego Indacochea le ordenó a García Molleda que todos los policías que se encontraban allí se retiraran. Solo quería que hubiera efectivos del Ejército. Así, Indachochea le dijo al presidente que la captura había sido hecha por un capitán del Ejército y su personal. Minutos después, Fujimori dio esa versión a la prensa. Pero al día siguiente varios medios de comunicación informaron que la captura había sido realizada por la policía, y no por el Ejército. Se había filtrado parte de la historia. un avión llegaría a Huancayo para llevarnos a Lima. Me pidió que llevara mi uniforme número 4. Me fui a la comisaría y, mientras me estaba alistando, llegó García. Delante del personal, me pidió que también llevara los sellos de la comisaría y mi sello de comisario de la delegación de El Tambo. En ese momento me di cuenta de que en Lima querían montar una farsa. Entonces le pedí a mi personal de la comisaría que me proporcionara esos sellos, pero a través de un acta de entrega. Yo no podía sacar esos sellos a la calle a pasearlos. Eso es delito. En el acta se consignó que la salida de los sellos era ordenada por el coronel García Molleda. ¿Qué pasó en Lima? A las 11:00 a.m., aterrizamos en la Policía Aérea. Allí nos recibió el general José Tisoc, quien en el 2001, con el gobierno de Alejandro Toledo, fue nombrado director general. Nos subieron en dos camionetas y nos trasladaron al Ministerio del Interior. ¿A dónde los llevó? Al Servicio de Inteligencia Nacional, el SIN. En el camino nadie Eso incomodó al Gobierno. Claro. Al día siguiente (15 de julio), el coronel García me llamó a su despacho y me comunicó que 20 Revista Guardia Civil hablaba. Llegamos y subimos al segundo piso y en una oficina nos estaba esperando Vladimiro Montesinos. El mismo Dianderas me presentó. Lo primero que me dijo Montesinos fue: ‘Mucho gusto, mayor. Ya sabe que usted tiene que colaborar. Evítese problemas. El Gobierno no puede quedar mal, menos nuestro presidente’. Lo hizo en un tono amenazante. Yo me quedé callado. García Molleda estaba a mi costado y no dijo nada. ¿Después qué pasó? Montesinos nos hizo pasar a otra oficina. Para mi sorpresa en esa oficina estaban el director de Personal, el general Diego Granda Denegri, y el suboficial Adolfo Salazar Quintana, quien era el que conducía el micro en donde fue capturado ‘Feliciano’. Lo habían traído primero a Lima. Salazar quiso explicarle a Montesinos cómo fue la captura, pero este le dijo: ‘No. Cállese suboficial. Ya sabemos todo eso. Aquí no hemos venido para eso. Usted cállese y como premio usted y toda su familia se van H\