HISTORIA
vos le propinó a ‘Feliciano’ un golpe
con la culata de fusil para obligarlo a
pararse. Recién entonces ‘Feliciano’
hizo caso y dijo: ‘Ya perdí. Ustedes
han ganado. Soy ‘Feliciano’. No me
hagan daño. Estoy desarmado’.
¿Qué sucedió entonces?
‘Feliciano’ fue pasado al asiento
posterior de la camioneta y las mujeres en la tolva. Inmediatamente
se dirigieron a la comisaría donde
yo me encontraba. En ese momento, llegaron efectivos del Ejército, al
mando de un capitán, que habían
escuchado los disparos, pero todo
ya estaba controlado. En un momento quiso que ‘Feliciano’ fuera
llevado al cuartel 9 de Diciembre,
pero mis muchachos no le hicieron
caso. Luego llegaron a la comisaría.
¿Usted estaba allí?
cido por el suboficial Adolfo Salazar, quien en sus días de franco se
ganaba así la vida. Era un pequeño
ómnibus que hacía servicio público
de Cochas hasta el centro de Huancayo. Estaba sin pasajeros. Cuando
el micro pasó, Salazar saludó a sus
colegas y se dirigió a su paradero,
que quedaba unos metros más allá.
Cinco minutos después, Salazar
volvió a aparecer, llevando en el
micro a cuatro pasajeros. Los policías se percataron del hecho. Le
hicieron señales al chofer para que
se detuviera, pero Salazar no hizo
caso. Entonces se inició una persecución que terminó ocho cuadras
más adelante, cuando el patrullero
cerró al micro. En ese momento,
Salazar bajó corriendo y les dijo a
los policías: ‘¡Allí está! ¡Allí está ‘Feliciano’!’. (Todo indica que al principio Salazar no detuvo su vehículo
porque los terroristas lo amenazaban de muerte). Los suboficiales
Calderón y De la Cruz hicieron disparos al aire como medida preventiva y luego subieron al micro. En
los asientos del fondo estaba ‘Feliciano’, junto con tres mujeres.
¿No opuso resistencia?
En un principio no hizo caso
cuando los policías les ordenaron
ponerse de pie. Uno de los efecti-
Claro. Estaba sorprendido y a la
vez emocionado. Mi gente había
capturado al líder máximo de Sendero Luminoso. Dispuse que ‘Feliciano’ y sus acompañantes fueran
recluidos en uno de los calabozos
del sótano de la comisaría. También ordené que llamaran al fiscal
de turno y se empezara a elaborar
el parte de la captura, así como el
acta de incautación de todas las cosas que tenía el terrorista. El capitán
del Ejército se acercó a mi escritorio
y me pidió que, por favor, lo incluyera en el parte de la captura, lo
que no acepté. El capitán se llama
Miguel Valdeavellano.
¿Qué hizo en ese momento?
Ya eran como las 5 de la madrugada y sin perder tiempo llamé
al coronel Carlos García Molleda,
jefe de la Octava Región Policial de
Huancayo, de quien yo dependía.
Me dijo que inmediatamente iría a
la comisaría, pero no lo hizo. En ese
mismo momento, cuando ni siquiera terminaba de hablar, aparecieron
unos cien militares que rodearon e
ingresaron a la comisaría. Al mando de ellos se encontraba el general del Ejército Carlos Indachochea
Ballón (procesado por sus vínculos
con Vladimiro Montesinos).
¿Qué quería Indacochea?
Que le entregara a ‘Feliciano’.
Yo le dije que no se lo podía entreRevista Guardia Civil
gar, pues se tenían que cumplir las
normas legales