Las noticias falsas o fake news tienen la intención de manipular la
opinión del lector o vender una narrativa que beneficia al autor, partido
político o algún individuo en particular. Las consecuencias de compartir
información falsa son perjudiciales, en años recientes tabloides sobre
cómo las vacunas pueden estar relacionadas con el autismo han llenado las
redes sociales, incluso algunos políticos como David Zuckerman,
gobernador de Vermont, ha manifestado públicamente su postura anti
vacunas, estableciendo lo siguiente: “La ciencia es buena, pero no perfecta
y dichas imperfecciones pueden causar daño” (Zuckerman, 2016). Estas
declaraciones, especialmente realizadas por un individuo con poder
político, pueden llegar a afectar el criterio de los ciudadanos y
eventualmente provocar que más y más familias dejen de aplicar vacunas
a su hijos. En los últimos 10 años, en Estados Unidos, 27 estados han
documentado disminución en el porcentaje de niños vacunados al
momento que inician su vida escolar. Las campañas antivacunas han
encontrado en las redes sociales una plataforma para compartir teorías sin
bases científicas e impactar la opinión de cientos de miles de usuarios.
Las fake news han creado la oportunidad de compartir información no
fundamentada que eventualmente apoyan teorías conspirativas que en otro
contexto serían descartadas de inmediato; un ejemplo histórico,a inicios de
esta década, es el Iraq Dossier el cual justificó la invasión a Iraq en el año
2003, sin embargo, eventualmente se descubrió que todo fué elaborado por
el Partido Laborista del primer ministro británico Tony Blair.
Enfocándonos en el clima que vivimos en pleno mayo 2020, la
UNESCO ha manifestado su inmensa preocupación por la desinformación
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