Cuando leemos sobre diplomacia solemos enfocarnos en el qué y no
tanto en el cómo. Suena sencillo el concepto de la diplomacia, pero el solo
hecho de reunir a tantos representantes ya es una pesadilla logística en sí
mismo. Organismos internacionales como las Naciones Unidas gestionan
centenares de reuniones y cumbres diplomáticas, con miles de
representantes, periodistas, y la coordinación del staff para tareas como
alojamiento, recepción, alimentación, transporte, orden de los oradores y
diseño de espacios y tiempos para negociación, transmisión de
telecomunicaciones y otros medios digitales, y hasta encargarse de la
seguridad de las personas más importantes del mundo. Tan solo intentar
Pleno de la Asamblea General de las Naciones Unidas durante la sesión de
la Cumbre del Desarrollo Sostenible en 2015
imaginar la complejidad de la organización de eventos diplomáticos
hace de todo este esfuerzo parecer un rompecabezas en el sentido literal
de la palabra (ONU, 2018).
En diciembre de 2019 se registraron un conglomerado de casos
que posteriormente sabremos que fueron causados por una nueva clase
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