LETRINA SEPTIEMBRE Corregido | Page 43

LETRINA Número 8 Septiembre 2016 vodka a un lado del puro que se consume con su propio fuego, a su propio ritmo. Pasamos a un cuarto pequeño que en alguna época debió haber servido como medio baño. Dentro de él sólo hay una caja de cartón empolvada y roída en las esquinas. «Aquí escondo años y años de trabajo, además de incontables fracasos». Su voz tiembla, sus cejas se levantan. Por alguna razón, siento que el Doctor me aprueba para abrir la caja. El Doctor, como todos los demás, intentó de mil maneras. En la caja encuentro una navaja oxidada, una gruesa cuerda con nudo deslizable, veneno para ratas, frascos vacíos de antidepresivos, una pistola, bolsas y bolsas de plástico con las que intentó asfixiarse y mil cosas más. Al abrir la caja, sin darme cuenta sacudí el pasado en la cabeza del Doctor. En el fondo de la caja encuentro una libreta. Las cien páginas en ella contienen información que no entiendo; números y más números, bocetos y frases de autores cuyo nombre no puedo pronunciar. El doctor me pide la libreta de la manera más amable. Entiendo el significado de las mangas y del cuello hasta la garganta. El cuarto donde la caja de cartón duerme se cierra con llave y seguimos caminando; el Doctor continúa hojeando su libreta. «Inventé una máquina pero no puedo probarla conmigo mismo (tic). Sería éticamente incorrecto porque ya no habría vuelta atrás y nadie, hasta ahora, tenía conocimiento de ella más que yo (tic). Podría enseñarte todos los principios físicos y químicos que representa el experimento y después probarlo en mí mismo, con tu ayuda… pero eso requiere de tiempo, y es lo que menos tenemos (tic, tic)». El Doctor me conduce hacia otra recámara. Ésta, a diferencia de la anterior, es amplia e iluminada. La luz, al encenderse, produjo un zumbido que aún no desaparece. Al fondo, la pieza se divide por una cortina de quirófano; detrás de ella, la máquina. Parece que el Doctor nota mi reacción y sonríe. Me siento como niño frente a una bolsa llena de gomitas. La cortina se corre y ahí está. Aunque la imaginaba más imponente, más profesional, no dejo de sentir una infantil ilusión. No se trata más que de una silla eléctrica modificada, palancas. Página 43 con una telaraña infranqueable de cables y botones y