vez la masificación de escuelas normales públicas y particulares. En
consecuencia, los niveles académicos bajaron al mismo tiempo que se
dio el surgimiento de normales privadas de baja calidad y se intensificó el
conflicto político en normales públicas. Como resultado: una sobreoferta
de profesores y escasez de docentes rurales, una verdadera fábrica de
desempleados (Arnaut). Las cifras del Estudio Día del Maestro muestran
que el desajuste entre la oferta y la demanda es un problema patente aún
hoy, pues de 2000 a 2001 hubo un aumento del 4% en los maestros de
educación superior, mientras que hubo una disminución de 4.9% en los
de educación básica (Villamil, 2013).
Las instituciones normalistas parecen situarse un paso atrás en el nivel
académico que se considera como básico para la docencia en relación a
otras instituciones. Mientras que ya existen licenciaturas en Educación
en las universidades, las normales tienen valor de bachillerato o carrera
técnica; cuando elevan su nivel al de carrera universitaria, en el resto
de instituciones ya existen postgrados para ampliar el nivel académico,
ventaja para los egresados de la licenciatura en Letras sobre los docentes
normalistas. A pesar de ello, la Ley General de Educación trajo consigo
mayor capacitación a los maestros para que lograran completar sus
estudios de licenciatura. También se impulsó un programa de superación
profesional de modo que los normalistas tuvieran la posibilidad de
realizar estudios de posgrado. En consecuencia, durante la última
década aumentó el interés y la demanda por lo que a la par se dio una
proliferación de nuevas instituciones de educación superior de dudosa
calidad y competencia desleal (Arnaut).
Esto nos demuestra que el campo de la docencia, además de
tener una demanda mayor a la oferta de trabajo, está muy competido. Si
bien ser un egresado de la licenciatura en Letras tiene ventajas como la
formación especializada, la facilidad de explicar y entender los contenidos
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