embelesados en el viaje, en las hormonas, en el sentido de libertad
que se enredaba entre sus cuerpos.
-¿Qué día es hoy?
-No tengo la más puta idea. ¿Quieres que te prepare otro?
-¿No tienes hambre?
- Hace rato creo que tuve, pero la verdad… no sé cuánto hace que
no pienso claramente, no sé ni dónde estamos.
- Como un mes que andamos trepados en la escoba.
- Un mes sin dejar de lamerte.
- Por eso no tienes hambre.
- Me la estás parando… ¿Nos queda coca?
- Nos queda.
- Ármate unas líneas, mientras troncho unos churros. No tiene caso
descansar...
Tienes que clorar la piscina, Jandra, y nada de meter pendejos a la
casa, demasiado tengo contigo. –la abuela se violentaba siempre.
Jandra sólo respiraba tranquila, ¡a qué discutir!, mantenía la
sonrisa del cinismo tatuado en la cara, qué otra cosa quedaba que
el insulto, sí, la sobrevivencia era una cosa y vivir de arrimada
otra muy distinta- la niña va a estar bien conmigo. Cuídate. Trata
de andar tranquila y no te metas más mota, por favor, duerme,
descansa. Te dejo dinero para que te compres comida. No te l