PROSAno me atreví a usarla.
materializarla, pero
Si usted gusta, puede hacerlo. Yo necesito
despejar mi mente. Ésta es la dirección de
mi casa, la llave abre tanto la puerta como
el segundo interruptor de la máquina, la
primera llave yace en el primer interruptor. Gire ambas y será todo. Así de simple.
“Pero, ¿de qué me habla?”-replicaba
Eugene. “¿Cómo de qué? De lo obvio:
en mi casa tengo una máquina que puede detener el tiempo. ¿Qué forma más
sofisticada de sorprenderla, no cree?”
Y diciendo eso se había alejado corriendo.
Había pasado casi una hora observando
su café, meditando la segura demencia de
aquel hombre y quizás la propia al considerar consultar la dirección escrita en el papel. El ruido de la silla contigua lo hizo salir
de una casa imaginaria para enfrentarse a
Martha, sentada a su lado. Él estaba distinto y ella lo notaba. Eugene se observaba en
los ojos de la mesera y sabía que tenía que
actuar. Pensó que al menos algo sacaría
del evento, que quizás un hecho extraordinario ayudaría a cautivar a la chica. Porque seguramente su vida simple y común
no ayudaría en eso. Martha se aburriría
al escuchar hablar de su trabajo, escaso
además, o peor aún creería que estaba
loco si le hablaba de sus sueños. La chica,
disimulando su nerviosismo magistralmente, se observaba en los ojos de Eugene.
26
Él comenzó a hablar de la mañana de
ese día. A pesar de sentirse ridículo, creía
que la chica estaba realmente interesada, inclusive intrigada por la máquina.
“Ésta es la llave” le dijo tras un buen rato
de conversación. Y Martha le respond p