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Sábado 5 enero 2008
enseñanza, movilizar el aprendizaje de niños y niñas y
actuar como instrumento para su proceso de socialización e individualización. De ahí la importancia de tomar
decisiones adecuadas en lo que respecta a los elementos
que configuran el escenario escolar, para generar un
ambiente de bienestar, afectivo y estimulante.
Un ambiente de estas características queda definido,
en la escuela infantil, por las interacciones que niños y
educadores establecen entre sí y con los elementos del
medio físico y sociocultural, así como por el tipo, frecuencia, calidad y diversidad de la comunicación que entre
todos se establece. La configuración de un ambiente que
ayude a crecer a los niños, que les permita desarrollarse y
estimule las ganas de aprender está, en buena medida,
condicionada por las decisiones que se tomen en relación
con elementos tan importantes como el papel del maestro o educador, la organización de los espacios y del
tiempo, la selección de recursos y materiales, las propuestas de actividad que se plantean, el modo en que se
agrupa a los niños o las normas que se establecen para
regular la convivencia escolar.
La escuela infantil debería entenderse como un lugar de
vida y de relaciones compartidas a la que asisten niños
capaces de «acción» propia, en cuya competencia los educadores y maestros confían. Por ello, una de las más importantes tareas docentes es la creación de un ambiente de
confianza, cálido, acogedor y seguro en el que el niño se
sienta querido y capaz, lo que le permitirá generar confianza
en sí mismo para afrontar los retos que le plantea el conocimiento progresivo de su medio y para adquirir los instrumentos y las estrategias que le permiten acceder a él.
El cariño y acogimiento que se manifiesta en la actitud
de educadores y maestros hará que los niños se encuentren seguros para manifestar sus emociones, atender a
las de los demás y aprender a controlarlas, condiciones
todas ellas necesarias para el bienestar infantil.
La organización de los espacios y del tiempo.
Especial atención se debería prestar a las decisiones
que se tomen en relación con la organización de los espacios y del tiempo, ya que tienen una importancia fundamental para concretar las intenciones educativas. No
debe olvidarse que un adecuado tratamiento de estos
elementos genera en los niños las necesarias coordenadas que les permiten comprender el aquí y el ahora y, por
tanto, ubicarse en su entorno e interpretarlo mejor.
Todos los espacios de la escuela deberían diseñarse y
distribuirse con intencionalidad educativa, de manera
estable y variada, de modo que su uso permita atender
satisfactoriamente las necesidades de movimi [