Leemos el camino segundo A Los chicos leemos El camino versión 2 B con introd | Page 7
Dio vuelta en el lecho y se colocó boca abajo, tratando de amortiguar la sensación
de ansiedad que desde hacía un rato le mordía en el estómago. Así se hallaba
mejor; dominaba, en cierto modo, su desazón. De todas formas, boca arriba o
boca abajo, resultaba inevitable que a las nueve de la mañana tomase el rápido 12
para la ciudad. Y adiós todo, entonces. Si es caso... Pero ya era tarde. hacía
muchos años que su padre acariciaba aquel proyecto y él no podía arriesgarse a
destruirlo todo en un momento, de un caprichoso papirotazo 13 . Lo que su padre
no logró haber sido, quería ahora serlo en él. Cuestión de capricho. Los mayores
tenían, a veces, caprichos más tozudos y absurdos que los de los niños. Ocurría
que a Daniel, el Mochuelo, le había agradado, meses atrás, la idea de cambiar de
vida. Y sin embargo, ahora, esta idea le atormentaba.
Hacía casi seis años que conoció las aspiraciones de su padre respecto a él. Don
José, el cura, que era un gran santo, decía, a menudo, que era un pecado
sorprender las conversaciones de los demás. No obstante, Daniel, el Mochuelo,
escuchaba con frecuencia las conversaciones de sus padres en la planta baja,
durante la noche, cuando él se acostaba. Por la grieta del entarimado divisaba el
hogar, la mesa de pino, las banquetas, el entremijo 14 y todos los útiles de la
quesería. Daniel, el Mochuelo, agazapado contra el suelo, espiaba las
conversaciones desde allí. Era en él una costumbre. Con el murmullo de las
conversaciones, ascendía del piso bajo el agrio olor de la cuajada y las esterillas
sucias. Le placía aquel olor a leche fermentada, punzante y casi humano.
Su padre se recostaba en el entremijo aquella noche, mientras su madre recogía
12
13
Rápido:Tren rápido
Papirotazo: Golpe en la cabeza.
14
Entremijo: Mesa con ranuras, algo inclinada, para que al hacer queso, escurra el
suero.
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