Leemos el camino segundo A Los chicos leemos El camino versión 2 B con introd | Page 68
La Guindilla mayor descendió a la tienda. Dio media vuelta a la llave y entró
Catalina, la Lepórida. Ésta, al igual que sus hermanas, tenía el labio superior
plegado como los conejos y su naricita se fruncía y distendía incesantemente
como si incesantemente olisquease. Las llamaban, por eso, las Lepóridas.
También las apodaban las Cacas, porque se llamaban Catalina, Carmen, Camila,
Caridad y Casilda y el padre había sido tartamudo.
Catalina se aproximó al mostrador.
—Una peseta de sal —dijo.
Mientras la Guindilla mayor la despachaba, ella alzó la carita de liebre hacia el
techo y durante unos segundos vibraron nerviosamente las aletillas de su nariz.
—Lola, ¿es que tienes forasteros?
La Guindilla se cerró, hermética. Las Lepóridas eran las telefonistas del pueblo
y conocían las noticias casi tan pronto como Cuco, el factor. Respondió cauta:
—No, ¿por qué?
—Parece que se oye ruido arriba.
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