Leemos el camino segundo A Los chicos leemos El camino versión 2 B con introd | Page 57

—¿Quééééé? —Que las vacas lecheras llevan la leche en la barriga, Daniel —agregó ella, y le apuntaba con la chata uña la ubre prieta de la vaca de la estampa. Dudó un momento Daniel, el Mochuelo, mirando la ubre esponjosa; señaló el pezón. —¿Y la leche sale por ese grano? —dijo. —Sí, hijito, por ese grano sale. Aquella noche, Daniel no pudo hablar ni pensar en otra cosa. Intuía en todo aquello un misterio velado para él, pero no para su madre. Ella se reía como no se reía otras veces, al preguntarle otras cosas. Paulatinamente 201 , el Mochuelo se fue olvidando de aquello. Meses después, su padre compró una vaca. Más tarde conoció las veinte vacas del boticario 202 y las vio ordeñar. Daniel, el Mochuelo, se reía mucho luego al solo pensamiento de que hubiera podido imaginar alguna vez que las vacas sin cántaras no daban leche. Aquella tarde, en el prado de la Encina, junto al río, mientras el Moñigo hablaba, él se acordó de la estampa de la vaca holandesa. Acababan de chapuzarse y un vientecillo ahilado les secaba el cuerpo a fríos lengüetazos. Con todo, flotaba un calor excesivo y pegajoso en el ambiente. Tumbados boca arriba en la pradera, vieron pasar por encima un enorme pájaro. —¡Mirad! —chilló el Mochuelo—. Seguramente será la cigüeña que espera la maestra de La Cullera. Va en esa dirección. Cortó el Tiñoso: —No es una cigüeña; es una grulla. El Moñigo se sentó en la hierba frunciendo los labios en un gesto hosco 203 y enfurruñado. Daniel, el Mochuelo, contempló con envidia cómo se inflaba y 201 De manera paulatina Farmacéutico 203 Ceñudo, áspero e intratable 202 57