Leemos el camino segundo A Los chicos leemos El camino versión 2 B con introd | Page 206
Don José, el cura, que era un gran santo, le dio buenos consejos y le deseó los
mayores éxitos. A la legua se advertía que don José tenía pena por perderle. Y
Daniel, el Mochuelo, recordó su sermón del día de la Virgen. Don José, el cura,
dijo entonces que cada cual tenía un camino marcado en la vida y que se podía
renegar de ese camino por ambición y sensualidad y que un mendigo podía ser
más rico que un millonario en su palacio, cargado de mármoles y criados.
Al recordar esto, Daniel, el Mochuelo, pensó que él renegaba de su camino por la
ambición de su padre. Y contuvo un estremecimiento. Le anegó 712 la tristeza al
pensar que a lo mejor, a su vuelta, don José ya no estaría en el confesionario ni
podría llamarle "gitanón", sino en una hornacina de la parroquia, convertido en un
santo de corona y peana. Pero, en ese caso, su cuerpo corrupto se pudriría junto
al de Germán, el Tiñoso, en el pequeño cementerio de los dos cipreses rayanos
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a la iglesia. Y miró a don José con insistencia, agobiado por la sensación de que
no volvería a verle hablar, accionar, enfilar sus ojillos pitañosos y agudos.
Y, al pasar por la finca del Indiano, quiso ponerse triste al pensar en la Mica, que
iba a casarse uno de aquellos días, en la ciudad. Pero no sintió
pesadumbre por no poder ver a la Mica, sino por la necesidad de abandonar el
valle sin que la Mica le viese y le compadeciese y pensase que era desgraciado.
El Moñigo no había querido despedirse porque Roque bajaría a la estación a la
mañana siguiente. Le abrazaría en último extremo y vigilaría si sabía ser hombre
hasta el fin. Con frecuencia le había advertido el Moñigo:
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Ahogó
Que confina o linda con algo .
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