Leemos el camino segundo A Los chicos leemos El camino versión 2 B con introd | Page 150

zafia 560 y ruda como seguramente había él imaginado. En cambio, el Moñigo, allá arriba, receló 561 algo: —La Sara ha debido decir una bobada, ¿no? El Mochuelo aclaró: —Los ojos vidriados y desencajados son los de los muertos. El Moñigo sintió deseos de arrojar un ladrillo sobre la cabeza de su hermana. No obstante, el Peón sonrió hasta la oreja derecha después de su pasajero estupor 562 . Debía de necesitar mucho una mujer cuando transigía 563 con aquello sin decir nada. Tornó a requebrar a la Sara con mayor ahínco y al cuarto de hora, ella estaba como abobada, con las mejillas rojas y la mirada perdida en el vacío, igual que una sonámbula. El Peón quiso asegurarse la mujer que necesitaba: —Te quiero, ¿sabes, Sara? Te querré hasta el fin del mundo. Vendré a verte todos los días a esta misma hora. Y tú, tú, dime —le cogía una mano otra vez, aparentando un efervescente 564 apasionamiento—, ¿me querrás siempre? La Sara le miró como enajenada. Las palabras le acudían a la boca con una fluidez extraña; era como si ella no fuese ella misma; como si alguien hablase por ella desde dentro de su cuerpo. —Le querré, don Moisés —dijo—, hasta que, perdido el uso de los sentidos, el mundo todo desaparezca de mi vista y gima yo entre las angustias de la última agonía y los afanes de la muerte. —¡Así! —dijo el maestro, entusiasmado, y le oprimió las manos y guiñó dos veces los ojos, y otras cuatro se le distendió 565 la boca hasta la oreja y, al fin, se marchó y antes de llegar a la esquina volvió varias veces el rostro y sonrió convulsivamente a la Sara. 560 Dicho de una persona: Grosera o tosca en sus modales, o carente de tacto en sucomportamiento 561 Temer, desconfiar o sospechar 562 Asombro, pasmo 563 Consentir en parte con lo que no se cree justo, razonable o verdadero, a fin de acabar con una diferencia 564 Que está o puede estar en efervescencia 565 Aflojar, relajar o disminuir la tensión de algo 150