Leemos el camino segundo A Los chicos leemos El camino versión 2 B con introd | Page 147

calzones bajados, o cuando su madre preguntó a su padre, con un extraño retintín 551 , si tenían al Gran Duque como un huésped de lujo. Lo de hoy era aún mucho más emocionante y trascendental que todo aquello. Puso su cara entre las del Moñigo y el Tiñoso y vio que don Moisés se detenía frente a la Sara, con el cuerpo un poco ladeado y las manos en la espalda, y le guiñaba reiteradamente un ojo y le sonreía hasta la oreja por el extremo izquierdo de la boca. La Sara le miraba atónita y, al fin, azorada 552 por tantos guiños y tantas medias sonrisas, balbuceó: —Buenas tardes, don Moisés, ¿qué dice de bueno? Él entonces se sentó en el banco de piedra junto a ella. Tornó a hacer una serie de muecas veloces con la boca, con lo que demostraba su contento. La Sara le observaba asombrada. —Ya estoy aquí, nena —dijo él—. No he sido moroso, ¿verdad? De lo demás no diré ni una palabra. No te preocupes. Don Moisés hablaba muy bien. En el pueblo no se ponían de acuerdo sobre quién era el que mejor hablaba de todos, aunque en los candidatos, coincidían: don José, el cura; don Moisés, el maestro, y don Ramón, el alcalde. 551 552 Tonillo y modo de hablar, por lo común para zaherir a alguien Irritar, encender, infundir ánimo 147