Leemos el camino segundo A Los chicos leemos El camino versión 2 B con introd | Page 14

—Ale, abre. La interrogación siguiente de la Sara envolvía un despecho mal reprimido: —¿Escarmentaste? —¡No! —Entonces no abro. —Abre o echo la puerta abajo. El castigo ya se terminó. Y Sara le abrió a su pesar. El Moñigo le dijo al pasar a su lado: —Me metiste menos miedo que otros días, Sara. La hermana perdía los estribos, 30 furiosa: —¡Calla, cerdo! Un día... un día te voy a partir los hocicos o yo no sé lo que te voy a hacer. —Eso no; no me toques, Sara. Aún no ha nacido quien me ponga la mano encima, ya lo sabes —dijo el Moñigo. Daniel, el Mochuelo, esperó oír el estampido del sopapo, pero la Sara debió pensarlo mejor y el estampido previsto no se produjo. Oyó Daniel, en cambio, las pisadas firmes de su amigo al descender los peldaños, y acuciado por un pudoroso instinto de discreción, salió por la puerta entornada y le esperó en la calle. Ya a su lado, el Moñigo dijo: —¿Oíste a la Sara? Daniel, el Mochuelo, no se atrevió a mentir: —La oí —dijo. —Te habrás fijado que es una maldita pamplinera. —A mí me metió miedo, la verdad —confesó, aturdido, el Mochuelo. —¡Bah!, no hagas caso. Todo eso de los ojos vidriados y los pies que no se mueven 30 Perder los estribos : Impacientarse mucho . 14