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—El padre. —¿Y quién te peina las trenzas? —El padre. —¿Y quién te lava la cara y las orejas? —Nadie. La madre de Daniel, el Mochuelo, sentía lástima de ella. Se levantaba, vertía agua en una palangana y lavaba las orejas de la Mariuca—uca y, después, le peinaba cuidadosamente las trenzas. Mientras realizaba esta operación musitaba como una letanía: "Pobre niña, pobre niña, pobre niña..." y, al acabar, decía dándole una palmada en el trasero: —Vaya, hija, así estás más curiosita. La niña sonreía débilmente y entonces la madre de Daniel, el Mochuelo, la cogía en brazos y la besaba muchas veces, frenéticamente. 331 Tal vez influyera en Daniel, el Mochuelo, este cariño desmedido de su madre hacia la Mariuca—uca para que ésta no fuese santo de su devoción 332 . Pero no; lo que enojaba a Daniel, el Mochuelo, era que la pequeña Uca quisiera meter la nariz en todas las salsas e intervenir activamente en asuntos impropios de una mujer y que no le concernían 333 . Cierto es que Mariuca—uca disfrutaba de una envidiable libertad, una libertad un poco salvaje, pero, al fin y al cabo, la Mariuca— uca era una mujer, y una mujer no puede hacer lo mismo que ellos hacían ni tampoco ellos hablar de "eso" delante de ella. No hubiera sido delicado ni oportuno. Por lo demás, que su madre la quisiera y la convidase a boruga los domingos y días festivos, no le producía frío ni calor. Le irritaba la incesante mirada de la Mariuca—uca en su cara, su afán por interceptar todas las contingencias 334 y eventualidades de su vida. Violenta exaltación y perturbación del ánimo Amor, veneración y fervor religiosos. 333 Atañer, afectar, interesar 334 Posibilidad de que algo suceda o no suceda. 331 332