Leemos el camino segundo A leemos el camino A con introducción | Page 89

entendido? La Josefa, desesperada, se arrojó sobre las gradas del presbiterio 307 y comenzó a llorar como una loca, mesándose 308 los cabellos y pidiendo compasión. Todos la compadecían, pero resultaba inoperante fabricar, en un momento, otro Quino. Desde los bancos del fondo, donde se ponían los hombres, el Manco sonreía tristemente y se daba golpes amistosos con el muñón 309 en la barbilla. La Guindilla mayor, al ver que don José vacilaba, no sabiendo qué partido tomar, se adelantó hasta la Josefa y la sacó del templo, tomándola compasivamente por las axilas. (La Guindilla mayor pretendió, luego, que don José, el cura, dijese otra misa en atención a ella, ya que entre sacar a la Josefa de la iglesia y atenderla unos momentos en el atrio 310 se le pasó el Sanctus. Y ella afirmaba que no se iba a quedar sin misa por hacer una obra de caridad, y que eso no era justo, ni razonable, ni lógico, ni moral y que la comían por dentro los remordimientos y que era la primera vez que le ocurría en su vida... A duras penas don José logró apaciguarla 311 y devolverle su inestable paz de conciencia). Después continuó el Santo Sacrificio como si nada, pero al domingo siguiente no faltó a misa ni pancho, el Sindiós, que se coló subrepticiamente 312 en el coro, tras el armonio 313 . Y lo que pasa. Aquel día, don José leyó las amonestaciones y no ocurrió nada. Tan sólo, al pronunciar el cura el nombre de Quino surgió un suspiro ahogado del banco que ocupaba la Josefa. Pero nada más. Pancho, el Sindiós, dijo, al salir, que la piedad era inútil, un trasto, que en aquel pueblo no se sacaba nada en limpio siendo un buen creyente y que, por lo tanto, no volvería a la iglesia. Lo gordo aconteció durante el refresco el día de la boda, cuando nadie pensaba para nada en la Josefa. Que nadie pensara en ella debió ser el motivo que la empujó a llamar la atención de aquella bárbara manera. De todos modos fue aquello una oscura y dolorosa contingencia 314 307 Área del altar mayor hasta el pie de las gradas por donde se sube a él, que regularmente suele estar cerca da con una reja o barandilla. 308 Arrancar el cabello o la barba con las manos, o tirar con fuerza de ellos 309 Parte de un miembro cortado que permanece adherida al cuerpo. 310 Espacio descubierto, rodeado de pórticos, que hay en la entrada de algunos edificios. 311 Poner en paz, sosegar, aquietar. 312 De manera subrepticia. 313 Órgano pequeño, con la forma exterior del piano, y al cual se da el aire por medio de un fuelle que se mu eve con los pies. 314 Órgano pequeño, con la forma exterior del piano, y al cual se da el aire por medio de un fuelle que se mu eve con los pies.