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Roque, el Moñigo, dejó de admirar y estimar a Quino, el Manco, cuando se enteró de
que éste había llorado hasta hartarse el día que se murió su mujer. Porque Quino, el
Manco, además de la mano, había perdido a su mujer, la Mariuca. Y no sería porque
no se lo avisaran. Más que nadie la Josefa, que estaba enamorada de él, y se lo
restregaba por las narices a la menor oportunidad, muchas veces sin esperar la
oportunidad siquiera.
—Quino, piénsalo. Mira que la Mariuca está tísica 297 perdida.
Quino, el Manco, se sulfuraba 298 .
—¿Y a ti qué diablos te importa, si puede saberse? — decía.
La Josefa tragaba bilis 299 y lo dejaba. Por la noche lloraba, a solas, en su alcoba 300 ,
Que padece de tisis.
Irritar o encolerizar a alguien
299
Cólera, enojo, irritabilidad.
300
Dormitorio.
297
298