Leemos el camino segundo A leemos el camino A con introducción | Seite 62

La Guindilla mayor no contestó. Le imbuía 240 un seco respeto el ademán de desolación 241 de su hermana. Ésta continuó: —Quería mi dinero. El muy sinvergüenza creía que teníamos mucho dinero; un montón de dinero. —¿Por qué no le dijiste a tiempo que entre las dos sólo sumábamos mil duros? —Hubiera sido mi perdición, hermana. Me hubiera abandonado y yo estaba enamorada de él. —Callar es lo que te ha perdido, loca. —Lo gastó todo, ¿sabes? —¿Qué? —Vivió conmigo mientras duró el dinero. Se acabó el dinero, se acabó Dimas. Luego me dejó tirada como a una perdida. Dimas es un mal hombre, Lola. Es un hombre perverso y cruel. Las escuálidas 242 mejillas de la Guindilla encendieron aún más de lo que habitualmente estaban. mayor se —Es un ladrón. Eso es lo que es. Igual, lo mismo que el otro Dimas —dijo. Se quedó silenciosa al apagarse su arrebato 243 . Repentinamente los escrúpulos empezaron a socavarle 244 la conciencia. ¿Qué es lo que había dicho de Dimas, el buen ladrón? ¿No gustaba el Señor de esta clase de arrepentidos? La Guindilla mayor sintió un vivo remordimiento. "De todo corazón te pido perdón, Dios mío", se dijo. Y se propuso que al día siguiente, nada más levantarse, iría a reconciliarse con don José; él sabría perdonarla y consolarla. Esto era lo que la urgía: un poco de consuelo. Se pasó, de nuevo, la mano por los ojos, tratando de desvanecer la pesadilla. Luego se sonó ruidosamente la larga nariz y dijo: Imbuía: infundir, persuadir Ademán de desolación: gesto o indicio de pena a la soledad. 242 Escuálidas: muy delgadas 243 Arrebato: enfermedad súbita y grave 244 Socavarle: debilitar a algo o alguien en el aspecto moral. 240 241