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La Guindilla menor agachó la cabeza. —Lo estoy —dijo. —Vestirás de luto el resto de tu vida y tardarás cinco años en asomarte a la calle. Ésas son mis condiciones, ¿las aceptas? —Las acepto. —Sube a casa, entonces. La Guindilla mayor cerró con llave la puerta de la tienda y subió tras ella. Ya en su cuarto, la Guindilla menor se sentó en el borde de la cama; la mayor trajo una palangana 239 con agua tibia y le lavó los pies. Durante esta operación permanecieron en silencio. Al concluir, la Guindilla menor suspiró y dijo: —Ha sido un malvado, ¿sabes? 239 Palangana: recipiente