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juntas se las vio faltar un día a la misa de ocho que don José, el cura, que era un gran
santo, decía en la parroquia, ante el altar de San Roque. Allí caminaban, tiesas y
erguidas, las tres, hiciera frío, lloviera o tronase.
Además marchaban regularmente, marcando el paso, porque su padre, aparte de los
ahorros, dejó a sus hijas en herencia un muy despierto y preciso sentido del ritmo
militar y de otras virtudes castrenses. Un—dos, un—dos, un—dos; allá avanzaban las
tres Guindillas, con sus bustos secos, sus caderas escurridas y su soberbia 133 estatura,
camino de la iglesia, con los velos anudados a la barbilla y el breviario 134 debajo del
brazo.
Un invierno, la del medio, Elena, murió. Se apagó una mañana fosca y lluviosa de
diciembre. Cuando la gente acudió a dar el pésame a las dos hermanas supervivientes,
la Guindilla mayor se santiguaba y repetía:
—Dios es sabio y justo en sus decisiones; se ha llevado a lo más inútil de la familia.
Démosle gracias.
Ya en el pequeño cementerio rayano a la iglesia, cuando cubrían con tierra el cuerpo
descarnado de Elena —la Guindilla del medio—, varias plañideras 135 comenzaron a
gimotear 136 . La Guindilla mayor se encaró con ellas, áspera y digna y destemplada:
—No la lloréis —dijo—; ha muerto de desidia 137 .
133 Soberbia: Exceso en la magnificencia , suntuosidad o pompa , especialmente de un edificio .
134 Breviario: Libro que contiene el rezo eclesiástico de todo el año .
135 Plañideras: Mujer llamada y pagada que iba a llorar a los entierros .
136 Gimotear: Hacer los gestos y suspiros del llanto sin llegar a él .
137 Desidia: Negligencia , falta de cuidado .