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Y, desde entonces, el trío se convirtió en dúo y en la misa de ocho que don José, el cura,
que era un gran santo, rezaba ante el altar de san Roque, se echaba de menos el afilado
y breve volumen de la Guindilla difunta.
Pero fue aún peor lo que ocurrió con la Guindilla menor. A fin de cuentas lo de la del
medio fue designio de Dios, mientras lo de la otra fue una flaqueza de la carne y por lo
tanto debido a su libre y despreocupado albedrío 138 .
Por aquel entonces se estableció en el pueblo la pequeña sucursal del Banco que ahora
remataba uno de los costados de la plaza. Con el director arribó un oficialito apuesto y
bien vestido al que sólo por verle la cara de cerca, a través de la ventanilla, le llevaban
sus ahorros las vecinas de la calle. Fue un buen cebo el que utilizó el Banco para atrapar
clientela. Un procedimiento que cualquier financiero de talla hubiera recusado, pero que
en el pueblo rindió unos resultados formidables 139 . Tanto fue así que Ramón, el hijo del
boticario, que empezaba entonces sus estudios jurídicos, lamentó no estar en
condiciones todavía de elaborar su tesis doctoral que hubiera hecho muy a gusto sobre
el original tema "Influencia de un personal escrupulosamente escogido en las
economías de un pueblo". Con lo de "economías" se refería a "ahorros" y con lo de
"pueblo", concretamente, a su "pequeña aldea". Lo que ocurría es que sonaba muy bien
aquello de "economía de un pueblo" y daba a su hipotético 140 trabajo, y aunque él lo
decía en broma, una mayor altura y un alcance mucho más amplio.
Con la llegada de Dimas, el oficialito del Banco, los padres y los maridos del pueblo se
pusieron en guardia. Don José, el cura, que era un gran santo, charló repetidas veces
con don Dimas, apuntándole las grandes consecuencias que su bigote podría
acarrear 141 sobre el pueblo, para bien o para mal. La asiduidad 142 con que el cura y don
Dimas se entrevistaban diluyó no poco el recelo de padres y maridos y hasta la Guindilla
menor consideró que no era imprudente ni irreligioso dejarse acompañar, de cuando en
cuando, por don Dimas, aunque su hermana mayor, extremando el comedimiento, la
censurase a gritos "su libertinaje y su descoco notorios".
Lo cierto es que a la Guindilla menor, que hasta entonces se la antojara aquel valle una
cárcel vacía y sin luz, se le abrieron repentinamente los horizontes y reparó, por vez
138 Albedrío: Voluntad no gobernada por la razón , sino por el apetito , antojo o capricho .
139 Formidables: Muy temible y que infunde asombro y miedo .
140 Hipotético: Perteneciente o relativo a la hipótesis o que se funda en ella .
141 Acarrear: Ocasionar , producir , traer consigo daños o desgracias .
142 Asiduidad: Frecuencia , puntualidad o aplicación constante a algo .