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El Moñigo y el Mochuelo se arrojaron al agua tras él, sin titubeos. Braceando
desesperadamente lograron extraer a la orilla el cuerpo de su amigo. El Tiñoso tenía
una herida enorme en la nuca y había perdido el conocimiento. Roque y Daniel estaban
aturdidos. El Mochuelo se echó al hombro el cuerpo inanimado 566 del Tiñoso y lo
subió hasta la carretera. Ya en casa de Quino, la Guindilla le puso unas compresas de
alcohol en la cabeza. Al poco tiempo pasó por allí Esteban, el panadero, y lo transportó
al pueblo en su tartana.
Rita, la Tonta, prorrumpió en gritos y ayes al ver llegar a su hijo en aquel estado. Fueron
unos instantes de confusión. Cinco minutos después, el pueblo en masa se apiñaba a
la puerta del zapatero. Apenas dejaban paso a don Ricardo, el médico; tal era su
anhelante impaciencia. Cuando éste salió, todos los ojos le miraban, pendientes de sus
palabras:
—Tiene fracturada la base del cráneo. Está muy grave. Pidan una ambulancia a la
ciudad —dijo el médico.
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Sin movimiento