Leemos el camino segundo A leemos el camino A con introducción | Page 174
particulares, que podían imitar los gorjeos 563 y silbidos de toda clase de pájaros. Y los
imitaban para atraerlos y devorarlos luego. Los rendajos eran pájaros muy poco
recomendables, tan hipócritas y malvados.
El Mochuelo insistió:
—No. Es un jilguero.
Encontraba un placer en la contradicción aquella mañana. Sabía que había una fuerza
en su oposición, aunque ésta fuese infundada. Y hallaba una satisfacción morbosa 564 y
oscura en llevar la contraria.
Roque, el Moñigo, se incorporó de un salto y dijo:
—Mirad; un tonto de agua
Señalaba a la derecha de la Poza 565 , tres metros más allá de donde desaguaba El
Chorro. En el pueblo llamaban tontos a las culebras de agua. Ignoraban el motivo,
pero ellos no husmeaban jamás en las razones que inspiraban el vocabulario del valle.
Lo aceptaban, simplemente, y sabían por eso que aquella culebra que ganaba la orilla
a coletazos espasmódicos era un tonto de agua. El tonto llevaba un pececito
atravesado en la boca. Los tres se pusieron en pie y apilaron unas piedras.
Germán, el Tiñoso, advirtió:
—No dejarle subir. Los tontos en las cuestas se hacen un aro y ruedan más de prisa
que corre una liebre. Y atacan, además.
Roque, el Moñigo, y Daniel, el Mochuelo, miraron atemorizados al animal. Germán, el
Tiñoso, saltó de roca en roca para aproximarse con un pedrusco en la mano. Fue una
mala pisada o un resbalón en el légamo que recubría las piedras, o un fallo de su pierna
coja. El caso es que Germán, el Tiñoso, cayó aparatosamente contra las rocas, recibió
un golpe en la cabeza, y de allí se deslizó, como un fardo sin vida, hasta la Poza.
Canto de algunos pájaros que consiste en un sonido agudo y prolongado, con cambios rápidos
ascendentes y descendentes.
564
Enfermiza
565
Sitio o lugar donde el río es más profundo.
563