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—Don José —le dijo al cura, al despedirse—, seguiré luchando contra la inmoralidad. No lo dude. Yo sé el modo de hacerlo. Y al domingo siguiente, al anochecer, tomó una linterna y salió sola a recorrer los prados y los montes. Tras los zarzales y en los lugares más recónditos y espesos encontraba alguna pareja de tórtolos arrullándose. Proyectaba sobre los rostros confundidos el haz luminoso de la linterna. —Pascualón,Elena, estáis en pecado mortal —decía tan sólo. Y se retiraba. Así recorrió los alrededores sin fatigarse, repitiendo incansablemente su terrible admonición: —Fulano, Fulana, estáis en pecado mortal. "Ya que los mozos y mozas del pueblo tienen la conciencia acorchada 513 , yo sustituiré a la voz de su conciencia", se decía. Era una tarea ardua la que echaba sobre sí, pero al propio tiempo no estaba exenta de atractivos. 513 Dicho de la sensibilidad de alguna parte del cuerpo: embotarse (‖ debilitarse).