Leemos el camino segundo A leemos el camino A con introducción | Page 133

—¿Y si el Peón conoce la letra? —arguyó 465 . —La desfiguraremos 466 —intervino, entusiasmado, el Tiñoso. Añadió el Moñigo: —¿Y si le enseña la carta a la Sara? Daniel caviló 467 un momento. —Le diremos que queme la carta antes de ir a verla y que jamás le hable de esa carta si no quiere que se muera de vergüenza y que no le vuelva a mirar a la cara. —¿Y si no la quema? —argumentó, obstinado 468 , el Moñigo. —La quemará. El asqueroso Peón tiene miedo de quedarse sin mujer. Ya es un poco viejo y él sabe que tuerce la boca. Y que eso hace feo. Y que a las mujeres no les gusta besar la boca de un hombre en la oreja. Ya se lo dijo la Lepórida bien claro — dijo el Mochuelo. Roque, el Moñigo, añadió como hablando consigo mismo: —Él no dirá nada por la cuenta que le tiene; le queda canguelo desde que la Camila le dio calabazas. Tienes razón. Paulatinamente 469 renacía la confianza en el ancho pecho del Moñigo. Ya se veía sin la Sara, sin la constante amenaza de la regla del Peón sobre su cabeza en la escuela; disfrutando de una independencia que hasta entonces no había conocido. —¿Cuándo le escribimos la carta, entonces? —dijo. —Ahora. Estaban frente a la quesería y entraron en ella. El Mochuelo tomó un lápiz y un papel y escribió con caracteres tipográficos: "Don Moisés, si usted necesita una mujer, yo Aducir o alegar una razón o un argumento a favor o en contra de alguien o algo Alterar las verdaderas circunstancias de algo 467 Pensar con intención o profundidad en algo 468 Perseverante, tenaz 469 De manera paulatina 465 466