Leemos el camino segundo A leemos el camino A con introducción | Page 132

—¿Por qué no hacemos que se vean? —¿Cómo? —inquirió 462 el Moñigo. El Mochuelo se levantó de un salto y se palmeó el polvo de las posaderas: —Ven, ya verás. Salieron de la bolera a la carretera. La actitud del Mochuelo revelaba una febril 463 excitación. —Escribiremos una nota al Peón como si fuera la propia Sara, ¿me entiendes? Tu hermana sale todas las tardes a la puerta de casa para ver pasar la gente. Le diremos que le espera a él y cuando él vaya y la vea creerá que le está esperando de verdad. Roque, el Moñigo, adoptaba un gesto hosco 464 , enfurruñado, habitual en él cuando algo no le convencía plenamente. Indagar, averiguar o examinar cuidadosamente algo Ardoroso, desasosegado, inquieto 464 Ceñudo, áspero e intratable 462 463