Leemos el camino segundo A leemos el camino A con introducción | Page 122
Con la lupa de Germán, el Tiñoso, hicieron aquella mañana toda clase de experiencias.
Roque, el Moñigo, y Daniel, el Mochuelo, encendieron, concentrando con ella los rayos
de sol, dos defectuosos pitillos de follaje de patata. Después se analizaron
minuciosamente las cicatrices que, agrandadas por el grueso del cristal, asumían una
topografía irregular y monstruosa. Luego, se miraron los ojos, la lengua y las orejas y,
por último, se cansaron de la lupa y de las extrañas imágenes que ella provocaba.
Fue al cruzar el pueblo hacia sus casas, de regreso de la escuela, que vieron el gato de
las Guindillas, enroscado sobre el plato de galletas, en un extremo de la vitrina. El
animal ronroneaba voluptuoso 449 , con su negra y peluda panza
expuesta al sol, disfrutando de las delicias de una cálida
temperatura. Al aproximarse ellos, abrió, desconfiado, un
redondo y terrible ojo verde, pero al constatar la protección de la
luna del escaparate, volvió a cerrarlo y permaneció inmóvil,
dulcemente transpuesto.
Nadie es capaz de señalar el lugar del cerebro donde se generan las grandes ideas. Ni
Daniel, el Mochuelo, podría decir, sin mentir, en qué recóndito 450 pliegue nació la
ocurrencia de interponer la lupa entre el sol y la negra panza del animal, la idea surgió
de él espontánea y como naturalmente. Algo así a como fluye el agua de un manantial.
Lo cierto es que durante unos segundos los rayos del sol convergieron en el cuerpo
del gato formando sobre su negro pelaje un lunar brillante. Los tres amigos
observaban expectantes el proceso físico. Vieron cómo los pelos más superficiales
chisporroteaban sin que el bicho modificara su postura soñolienta y voluptuosa. El
lunar de fuego permanecía inmóvil sobre su oscura panza. De repente brotó de
allí una tenue hebra de humo y el gato de las Guindillas dio, simultáneamente, un
acrobático salto acompañado de rabiosos maullidos:
—¡!Marramiauuuu¡! ¡!Miauuuuuuuu¡!
Los maullidos agudos y lastimeros se diluían, poco a poco, en el fondo del
establecimiento.
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Dado a los placeres o deleites sensuales
Muy escondido, reservado y oculto