Leemos el camino segundo A leemos el camino A con introducción | Page 100
atrapado vivo en un olivar 344 . Al leer la carta, Daniel, el Mochuelo, sintió un estremecimiento 345 .
Se figuró que su tío le enviaba, facturado, una especie de don Antonino, el marqués, con el
pecho cubierto de insignias, medallas y condecoraciones. Él no sabía que los grandes duques
anduvieran sueltos por los olivares y, mucho menos, que los muleros pudieran atraparlos
impunemente como quien atrapa una liebre.
Su padre se rió de él cuando le expuso sus temores. Daniel, el Mochuelo, se alegró
íntimamente de haber
hecho reír a su padre, que en los últimos años andaba siempre con cara de vinagre y no se
reía ni cuando los húngaros representaban comedias y hacían títeres en la plaza. Al acabar de
reírse, su padre le aclaró:
—El Gran Duque es un búho gigante. Es un cebo muy bueno para matar milanos. Cuando
llegue te llevaré conmigo de caza al Pico Rando.
Era la primera vez que su padre le prometía llevarle de caza con él. A pesar de que a su padre
no se le ocultaba su avidez cinegética 346 .
Todas las temporadas, al abrirse la veda 347 , el quesero cogía el mixto en el pueblo, el primer
día, y se marchaba hasta Castilla. Regresaba dos días después con alguna liebre y un buen
racimo de perdices que, ineluctablemente 348 , colgaba de la ventanilla de su compartimiento. A
las codornices no las tiraba, pues decía que no valían el cartucho y que a los pájaros o se les
mata con el tirachinas o se les deja vivir. Él les dejaba vivir. Daniel, el Mochuelo, los mataba
con el tirachinas.
Cuando su padre regresaba de sus cacerías, en los albores 349 del otoño, Daniel, el Mochuelo,
salía a recibirle a la estación. Cuco, el factor 350 , le anunciaba si el tren venía en punto o si traía
algún retraso. De todas las maneras, Daniel, el Mochuelo, aguardaba 351 a ver aparecer la
344
Sitio plantado de olivos.
Sentir una repentina sacudida nerviosa o sobresalto en el ánimo.
Arte de la caza.
347
Prohibir por ley, estatuto o mandato.
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Dicho de una cosa: Contra la cual no puede lucharse.
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Luz del alba
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350
En las estaciones de ferrocarril, empleado que se ocupa de la recepción, expedición y entrega de los equip
ajes y mercancías.
351
Esperar a que llegue alguien o algo, o a que suceda algo.