Lascivia No 63 Enero 2020 Lascivia 63 Enero 2020 | Page 341
no sé si por la novedad de tener a un humano a su disponibilidad que
les producía esa atracción sexual o qué, pero el hecho era que continua-
ban buscándome.
Deje de mamar, con el que lo realizaba para incitarlo a otro de ellos,
mi lasciva boca se fue confiriendo a otras vergas, me apasione con una
de ellas, sorbiéndosela con devoción, deseaba sentir su sabor, y lo logre
hasta que una fuerte eyaculación inundo mi pequeña boca, su flujo me
baño, desparramándose sobre mi desnudes, cuando dos o tres lenguas,
comenzaron a lamer mi cuerpo, mi piel se lleno de un cosquilleo, alte-
rando mi libido, a pesar de eso no tenía muchas ganas de volver a ser
apareada, ya se estaba convirtiendo en un caos, donde me montaban
por cualquier lado, se gruñían entre ellos.. Pero al acercarse el negro,
el resto de la jauría comenzó a retirarse, su pragmática figura imponía
cierta preponderancia hacia el resto.
Se acercó a mi lado, me senté para acariciarlo, cuando lamio mi rostro,
me agrado su actitud, continúe pasando mi mano por su pelaje, respon-
diendo con nuevas lamidas. Fui como ablandándome, parecía ridículo
pero me sentía protegida, lo abrace hasta tocar su bulto, refregando mi
cuerpo desnudo contra su pelaje, dándome algunas lamidas esporádicas.
Me volqué sobre la manta, abriéndome de piernas, cuando se dirigió a
mi sexo, para iniciar una nueva lamida, entregándome sin tapujos a ese
estimulante sexo oral, que no tardó en comenzar a estimularme reitera-
damente a pesar de mi agotamiento. Cuando comenzó a moverse con-
tra mi organismo, con intensión de copularme, que no dejó de alterar-
me esa intensión imprevista.
Sumisamente me coloque en cuatro, no sé si lo deseaba, si era para
complacerlo, o realmente sentirlo ser mi dueño, así que ofrecí nueva-
mente mi cuerpo bastante ultrajado, a ese animal que me producía un
extraño deseo sexual. Me quede quieta hasta que mi macho, me monto,
arremetiendo sexualmente contra mi cuerpo, de una manera apremian-
te y rápida bombeaba contra mis nalgas, apresándome fuertemente con
sus patas delanteras, imponiendo su pujanza.