Lascivia No 63 Enero 2020 Lascivia 63 Enero 2020 | Page 333

falda, sin esperar nada me quité mi calzón, dejando mi sexo liberado, mientras sus lenguas comenzaron a lamer mi órgano, mis flujos vagina- les comenzaron a mezclarse con las babas de estos golosos caninos, sen- tía que me estaba entregando a una ceremonia canina donde mi cuerpo era la ofrenda fundamental. Termine quitándome la ropa, donde mi piel comenzó a frotarse contra los cuerpos peludos de los animales, tocando sus bultos, y hasta inten- tar besarlos, llegue a lamer sus lenguas, mientras ese febril contacto me estaba trasladando a un estado de total motivación. Termine colocándome en cuatro, extasiada y dispuesta a lo que sea, me sentía su hembra, los deseaba, mientras sus lenguas continuaban lu- bricando mi sexo, y transportándome a un estado de total arrobamien- to, preparándome para ese encuentro anhelado, en donde hasta Lola participaba en esa ceremonia previa, mientras mis aberturas intimas estaban cada vez mas bañadas por esa secreción perruna. Después de varios minutos, el perro manchado pareció ser el determi- nado para esa comunión mujer-animal, para montarme después de un rato, sintiendo como su punta, golpeteaba en mis nalgas, en la búsqueda de mi orificio, manteniéndome inquieta y expectante, levantando mi culito, a los efectos de facilitarle la entrada a ese órgano canino. Mientras me contenía con sus patas delanteras, bombeando para me- ter su órgano, cuando de improviso un dolor intenso, sacudió mi cuer- po, estremeciéndome por el efecto que me produzco, mientras algo hú- medo y pegajoso desfilaba en mi entrepierna, en la posición que estaba, observé que fuera sangre, por supuesto mi virginidad había sido profa- nada, sabía que eso sería inevitable El miedo me invadió, así que intente suspender lo programado, mien- tras el animal incitado, trataba de continuar con su objetivo. Me giré y cerré mis piernas para dar por terminado, mientras mi mano pasaba por mi vagina manchada por la sangre emanada. Resumiendo, empren- dí el regreso a la finca, algo asustada y con cierto resquemor por lo ocu- rrido. No podía comentar a mi tía lo sucedido, así que me lo tuve que