Las Hurdes, Tierra sin pan (1933):Notas sobre el documental de Buñuel | Page 7
ejemplo de esta concepción de la historia materializada en el cine de los años sesenta,
que ya mezcla ficción y documental -no realidad, puesto que toda imagen real, además
de estar mediada por el objetivo, al ser insertada en una trama de sentido a través de
operaciones como el guión o el montaje, que ya implican unos procedimientos de
selección, serían transformadas en discurso, narración, punto de vista- podría ser
Hiroshima mon amour (1959) de Resnais, que fue, en principio, un proyecto de
documental sobre la bomba atómica, donde Resnais, a través de su guionista M. Duras,
describe la historia como un punto de intersección entre lo individual y lo colectivo.
Al igual que los nuevos cines de los sesenta, la obra de Buñuel también podría
reinterpretarse desde la categoría posmoderna de historia, desde el discurso híbrido de la
no-ficción, que no es más que una consecuencia aplicada al cine del pensamiento
posmoderno o una anticipación del cine a la postmodernidad; porque al igual que la
historia es discurso, relato, acercándonos con ello a la antigua tradición de transmisión
oral del saber antes de ser fijado por la escritura; los sueños o las ideas son también un
tipo de realidad que no se oponen a la realidad del mundo físico. De esta manera,
podríamos interpretar el surrealismo como una especie de realismo o más bien de
hiperrealismo o suprarrealismo, tal y como fue denominado por algunos representantes
de la generación del 27 coetáneos de Buñuel y tal como fue descrito por Sigmund
Freud, que además, demostró que era el mundo del inconsciente el que condicionaba
nuestro comportamiento “aparentemente consciente”, dando al traste con la moderna y
cartesiana idea de sujeto como conciencia, como algo fijo y estable.
En este sentido, el surrealismo se acercaría tanto o más al psicoanálisis que el
cine de la República de Weimar 9 , que el cine de Murnau, Lang o Pabst y la obra de
Buñuel no sería más que un psicoanálisis, una forma de describir la realidad psicológica
de nuestra cultura, como apunta el propio Buñuel al calificar el cine como un
instrumento para la expresión del inconsciente en la conferencia que pronunció en la
Universidad de México en 1958: «El cine es un arma maravillosa y peligrosa si la
maneja un espíritu libre. Es el mejor instrumento para expresar el mundo de los sueños,
de las emociones, del instinto…El cine parece haberse inventado para expresar la vida
subconsciente, que tan profundamente penetra por sus raíces; la poesía, sin embargo,
nunca se emplea para esos fines» 10
7