Las Hurdes, Tierra sin pan (1933):Notas sobre el documental de Buñuel | Page 6
Como discurso histórico, el documental podría ser estudiado y catalogado desde
las distintas concepciones que tenemos de la historia, que en resumidas cuentas son tres:
historiografía, historiología e historia con minúsculas, también llamada en la
Posmodernidad story o stories, haciendo referencia con esta denominación al carácter
discursivo y subjetivo de toda construcción histórica. La historiografía, de herencia
positivista, describe la historia o “los hechos” como aquello que realmente ha sucedido,
parafraseando a Ranke, uno de los maestros de esta concepción cientificista de la
historia, que peca precisamente de intentar describir y fijar científicamente el resultado
de la experiencia humana. En este sentido, la historiografía puede ser comparada con el
M.R.I. del documental, con los documentales de compilación o con los noticiarios
surgidos en los años treinta.
La historiología, que es consciente del carácter discursivo de la historia como
ciencia humana, peca de construir metanarrativas 8 o metarrelatos, de intentar dar una
explicación global a la historia de la humanidad entera a través de unos sistemas que
son pensados en unas circunstancias socioculturales y sociopolíticas concretas y, por
tanto, no son extra históricos ni imparciales. Hillary Putnam lo ha descrito como God’s
eye view o perspectiva del ojo divino, que supone un error por parte tanto de la
historiografía, por intentar describir científicamente aquello que no puede encuadrarse
en categorías científicas –la experiencia humana- como de la historiología, por intentar
hacerlo de forma global, aún a sabiendas del carácter narrativo de la historia. Ejemplos
de historiología serían los sistemas de pensadores como Hegel o Marx y sus respectivas
concepciones de la historia.
En el ámbito del documental no hemos hallado tentativas de dar una explicación
o un sentido a la historia universal, pues las limitaciones de presupuesto y metraje no lo
permitirían, no obstante, existen multitud de documentales que pretenden interpretar
hechos concretos o formas de vida y, en nuestra opinión, todos ellos, en la medida en
que no son conscientes de hacerlo, entrarían dentro de la categoría de historiología;
véanse, por ejemplo, los del propio Flaherty con los que Buñuel entró en contacto,
destacando también como dato interesante que Robert Flaherty tendría ocasión de
visionar Tierra sin pan (1933) en el MoMA siete años después de su realización, donde
Buñuel trabajaba por recomendación de su amiga Iris Barry.
Respecto a la tercera forma de interpretar la historia, en la posmodernidad se es
consciente del carácter discontinuo y subjetivo de la historia, por eso se la denomina
con minúsculas y en plural. La historia colectiva sería para los posmodernos una red de
pequeñas historias individuales, de experiencias personales, concretas y subjetivas. Un
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