Las Hurdes, Tierra sin pan (1933):Notas sobre el documental de Buñuel | Page 10

través del objetivo –que ya estaría mediando entre la realidad y la cosa u acontecimiento filmado- sino también a través de la selección y el montaje. Como comenté en cierta ocasión a propósito de un trabajo sobre Jean Vigo, la cámara es a la vez objetiva y estética, no muestra la verdad o la realidad pero crea lo verosímil. No es posible filmar la realidad desnuda porque toda mirada es focal e impone un punto de vista, que en el caso de Buñuel y Vigo se manifiesta a través de “sus miradas” que no son más que el reflejo de un compromiso ético, social y político. En el cine la cuestión de la realidad, la verdad y la construcción de la memoria colectiva no es más que un compromiso y Luis Buñuel en los años treinta era perfectamente consciente de ello. En Las Hurdes (1933) el inconsciente social se mira al espejo pero también lo hace el documental, paradójicamente, en el espejo de un surrealista y, quizás por esta causa, haya resultado siempre un documental sui generis. 2.2. El inconsciente social como realidad Tierra sin pan (1933) es un documental sobre la otra cara de la Modernidad y su fe en la ciencia, la técnica y en la idea de progreso para conducir al ser humano al bienestar y la felicidad. El propio Buñuel lo confesaba indirectamente al final de su carrera cinematográfica: 10 «El pensamiento que me sigue guiando hoy, a los sesenta y cinco años, es el mismo que me guio a los veintisiete. Es una idea de Engels. El artista describe las relaciones sociales auténticas con el objeto de destruir las ideas convencionales de esas relaciones, poner en crisis el optimismo del mundo burgués y obligar al público a dudar de la perennidad del orden establecido» 15 . Un documental sobre la miseria en el corazón mismo de la civilización, en Las Hurdes (1933) como en Los olvidados (1950) la imagen de lo real no es más que un pretexto y acaba siendo trascendida para conducirnos a la imagen psicológica de nuestra sociedad, a aquello que nuestra sociedad como colectivo esconde en los armarios traseros. Un irónico “ensayo de geografía humana”, como reza en el subtítulo, pero no de geografía física, sino psicológica y antropológica; una estampa que podemos encontrar en los márgenes de cualquier ciudad debido a la forma misma de organizar racionalmente el espacio que hace imposible la integración social, pues es el esquema racionalista de organización social el que lleva implícito la existencia de lo marginal. Además de en Las Hurdes (1933) también podríamos encontrar el reflejo del inconsciente en otras cintas de Buñuel; un ejemplo de ello serían los bandidos que aparecen en La edad de oro (1930) o los mendigos de Viridiana (1961) que vendrían a reforzar nuestra idea sobre la dedicación de Buñuel al estudio de la otredad, de lo marginal y, por tanto, del inconsciente de la sociedad del progreso. En el mundo tienen