Las huellas de la vida 21
Roger la había visto muchas veces al pasar y siempre la había
despreciado. Sin duda, contendría música del momento, de
poca calidad, porque de lo contrario nadie la hubiera tirado
allí. Pero un día le pareció ver una etiqueta con algo escrito
pegada en la casete. Sintió curiosidad, así que se tomó la molestia
de agacharse y leer. La etiqueta estaba descolorida y sucia
y tenía las letras borrosas. A pesar de ello, después de limpiarla
con cuidado, pudo entender «Mensaje para Alma». ¿Quién
sería Alma? ¿Qué contendría ese mensaje? ¿Una información,
palabras de amor o tal vez reproches? ¿Y quién se lo habría
querido enviar? Su curiosidad iba en aumento. Sacó un bolígrafo
y con la punta fue rebobinando cuidadosamente toda
la cinta. Luego terminó de limpiar la casete y se la guardó.
Reparó en que, a pocos metros, también había restos de un
casco de motorista y de un faro de moto. Le invadió un escalofrío,
que de forma incomprensible lo asustó. ¿Tendría esto
alguna relación con el mensaje? Ya no pudo terminar el paseo.
Se dio la vuelta con la intención ansiosa de escuchar aquel
mensaje, sin imaginar que su contenido le cambiaría la vida.
Al llegar a casa, sus padres se sorprendieron de que hubiera
regresado tan pronto.
—¿Te ha sucedido algo? ¿Te encuentras mal? —le preguntó
su madre.
—No me ha sucedido nada, madre.
—¿Entonces?
—He encontrado esto —contestó mostrando la cinta— y
quiero saber qué contiene.
Sus padres notaron su preocupación.
—¿Dónde encontraste esa cinta?
—Al lado de la carretera. Allá arriba.
—¿A la altura del Tuxal?
—Sí. ¿Por qué lo dices?