10 Salvador Carracedo Dapena
se titula «El paseo». Un hallazgo fortuito empuja a Roger, el
protagonista, a iniciar su aventura. Marcando un claro objetivo
que el personaje debe cumplir, el autor logra mantener la
expectativa y atrapar al lector con la vivacidad de sus emotivas
descripciones: aquellos paisajes que todo aventurero atraviesa,
cuyos detalles no dejan de evocar hondas emociones. Pues el
paseante transita, al fin y al cabo, su propia geografía interior.
El segundo conjunto de relatos, «Miradas urbanas», recorre
otro tipo de paisaje y fluye con un ritmo distinto. Son «miradas»
porque son narraciones breves, muy breves, que destacan
por su capacidad de captar una escena cotidiana en la que
aparentemente no pasa nada relevante, para transformarla
en una ficción que logra generar una poderosa expectativa a
través de una invisible pero contundente tensión narrativa. El
mecanismo que propicia este conjunto de relatos es concreto y
simple, pero no por ello menos eficaz: Un pequeño acontecimiento
—una pelota que se escapa, un azaroso encuentro entre
amigos, un cruce de miradas o una charla entre un padre y
su hijo— genera en el protagonista una determinada emoción
y un golpe de efecto en el lector, quien queda tan conmovido
como el propio personaje. En definitiva, este conjunto de
breves momentos narrativos conforma un corpus sugerente y
no exento del perfume de la poesía de lo cotidiano. Sin duda,
la brevedad juega a favor de estos relatos, reforzando tanto
su estilo como su estructura: lo simple se torna efectivo en
estas pequeñas piezas que captan la atención e impregnan de
emoción la mente del lector.
En contraste con las sendas urbanas, un tercer grupo de
narraciones fluyen en «Al abrigo de la montaña». La combinación
de los paisajes, ahora majestuosos, con los peculiares
personajes que los transitan recrea un ambiente vívido, colmado
de detalles sensuales —olores, sensaciones de frío o de