La voz del Fray 2.0, 3 (06/2017) vozfray-3-2017 | Page 36

CULTURA

Las misteriosas vidas de Lorca y Valle-Inclán

Los grandes renovadores del teatro español del siglo XX, Lorca y Valle- Inclán, no destacan solo por sus grandes obras, sino también, por sus peculiares vidas. Ambos utilizan la dramaturgia como cauce de expresión para la crítica de una sociedad decadente y envilecida.
En primer lugar, trataremos la biografía del primero:
Federico del Sagrado Corazón de Jesús García Lorca, nació en el seno de una familia acomodada en Fuente Vaqueros, pequeño pueblo de la vega de Granada, el 5 de junio de 1898. Su infancia en el medio rural le permite mimetizarse con la tradición, transmitida por su madre y las doncellas de la casa. Por ello, posteriormente junto con una famosa cantaora,
“ La Argentinita” compondrán los dos un par de discos, donde se recogen cantares y romances propios de la Andalucía profunda. Su amistad con esta le llevará a componer una de sus más conocidas obras, Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías, tras la muerte de este por la cornada de un toro en la plaza de Manzanares. Durante su niñez Lorca destaca por su talento con el piano, llegando a considerarse la opción de que marchara a París con el fin de desarrollar su carrera artística de manera profesional. En 1919, marcha a la residencia de estudiantes, hervidero intelectual de principios del siglo XX. Aquí conocerá a los que serán sus grandes amigos, entre los que cabe destacar: al brillante pintor surrealista Salvador Dalí, el mundialmente conocido director cinematográfico, Luis Buñuel; y al gran poeta Rafael Alberti. Será por el pintor por el que desarrollará un amor platónico. Tras esta etapa, los dos primeros, crearán la conocida película Un perro andaluz, clara alusión al granadino.
En sus dos grandes poemarios, Romancero gitano y Poeta en Nueva York plasma el drama de los colectivos marginados por la sociedad de su tiempo, en su primera obra, pongamos por caso, las mujeres y los gitanos y en el segundo, los afroamericanos.
Durante esta etapa, comparte amistad con el gran poeta modernista Pablo Neruda, quien le dedica una oda a su compañero, de la misma manera que la que Lorca compuso a Dalí en su momento. El granadino en su estancia en Sudamérica con el chileno pudo vivir numerosas aventuras dignas de mención, como la que acaeció en las escaleras de la casa de un amigo en común: Estaban Pablo Neruda y una joven dándose arrumacos junto al andaluz, que se reía azorado. Al darse cuenta de esto el chileno mandó a Federico a que se pusiera de guardia en la escalera, y que le avisara, si acaso alguien subía.
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