Breve Historia de la Ornitología en los Altos Andes del Norte del Perú y Su Importancia para la Conservación
colección de audios del Macaulay Library del Laboratorio de Ornitología de Cornell( http:// macaulaylibrary. org /). En 1980, Parker publicó sus observaciones sobre la biología de la Cotinga de Cachetes Blancos( Zaratornis stresemanni), un trabajo que es todavía una de las mejores descripciones de la biología de esta especie en situación de extinción( VU)( Parker, 1981; BirdLife International, 2017).
En 1982, Hekstra( 1982) hace la descripción de una nueva lechuza que describe como Otus choliba koepckei, registrada en la Quebrada Yungay, a 4000 m de elevación y asociada a bosques de Polylepis. Actualmente, esta es conocida como la Lechuza de Koepcke( Megascops koepckeae koepckeae)( Figura 4b). Es endémica del Perú y la población ubicada en la Cordillera Blanca es una de las que habita a mayor elevación de su distribución( 4300 m)( Fjeldså et al., 2012). Mayores detalles de éstas y otras expediciones son mostrados en la Tabla 1 y las localidades más resaltantes mostradas en la Figura 1.
De Expediciones Naturalistas a Estudios Biogeográficos( 1987-2011)
Antes de 1987, las expediciones ornitológicas para los Altos Andes del norte del Perú( y en el Perú en general) se caracterizaron por su afán exploratorio, de descubrir especies nuevas a lo largo de extensas áreas de los Andes nunca exploradas con ese propósito. Estas estuvieron basadas en la colecta de una gran cantidad de especímenes, lo cual contribuyó a la descripción de nuevas especies durante esos años; sin embargo, el entendimiento de los patrones biogeográficos de su distribución estaba aún en sus etapas iniciales.
En 1987, Jon Fjeldså y Niels Krabbe desarrollaron su primera expedición a los Andes de Perú y Bolivia con el objetivo de entender los patrones biogeográficos de las aves altoandinas e identificar zonas de endemismo, los cuales podrían ser usados para fomentar los esfuerzos de conservación de estas especies a lo largo de los Andes( Fjeldså y Krabbe, 1990). Esta expedición formó parte del trabajo de campo para la elaboración de la una guía de las aves de los Altos Andes, Birds of the High Andes( Fjeldså y Krabbe, 1990). La mayoría de sus esfuerzos estuvieron dirigidos a entender la riqueza( número) y singularidad( endemismo) de especies asociadas a los distintos hábitats altoandinos, en especial al de los bosques relictos de Polylepis( Fjeldså, 1993). Una de las principales zonas de su evaluación fue la Cordillera Blanca, a la cual reconocieron como una de las principales zonas de endemismo a lo largo de los Andes junto con otras como Oyón( Lima), la Cordillera Vilcanota( Cuzco) y Cochabamba en Bolivia( Fjeldså 1987, 2002). En total, Fjeldså registró 98 especies de aves en su recorrido por Cordillera Blanca( Tabla 2).
Al año siguiente, Ole Frimer y Sussie Moeller Nielsen( 1989) desarrollaron una evaluación más exhaustiva a lo largo de 16 localidades de la Cordillera Blanca, nueve de ellas en quebradas con extensas zonas de bosques de Polylepis que nunca habían sido evaluadas. Estas incluyeron las quebradas de Shallap, Parón, Ishinca, Ulta, Conococha, Túnel de Cahuish( Pucavado), Rurichinchay, Rurec y Carhuascancha( Frimer y Moller, 1989). Es interesante notar que en esa oportunidad se registraron 120 especies, pero algunas de estas no han vuelto a ser registradas en la actualidad, como el Mosquero Variegado( Empidonomus varius), fotografiado en la Quebrada Rurec a 3950 m. Por muchos años, este estudio fue el más completo desarrollado en Cordillera Blanca, aunque cabe precisar que hubo algunas equivocaciones en la identificación( p. ej., Nyctidromus albicollis [ incorrecta ] por Systellura longirostris [ correcta ]).
Frimer y Moeller( 1989) usaron el mismo concepto de singularidad de especies desarrollado por Fjeldså( ver Fjeldså, 1987) y concluyeron que las quebradas de Rurichinchay y Ulta( en los Conchucos y el Callejón de Huaylas, respectivamente) fueron las de mayor riqueza y valor ornitológico( Tabla 2). Ambas quebradas se hallan en la zona central de Cordillera Blanca y son de las más amplias de la región. Es muy probable que debido a su extensión que permite albergar una mayor diversidad de ecosistemas a lo largo del gradiente altitudinal, se hayan registrado este número tan alto de especies( Sevillano y Rodewald, 2017).
Este procedimiento de evaluación se mantuvo en varios trabajos a lo largo de los Andes Peruanos. Entre ellas figura la expedición a la Cordillera Huayhuash desarrollada por la Universidad de Oxford( Maynard y Waterton, 1998) donde se evaluó ocho nuevas quebradas dominadas por pastizales de puna y bosques de Polylepis( Tabla 2). En el 2002, Javier Barrio reevaluó las zonas de estudio de Frimer y Moller, y adicionó dos nuevas localidades, las quebradas de Shanoj y Ramincuray( Barrio, 2002). Barrio, halló un patrón similar con respecto a las quebradas de Ulta y Rurichinchay, y destacó que otras localidades con menor tamaño también poseían un alto número de especies de aves( p. ej. Rurec), mientras que varias especies en situación de amenaza podrían ser localmente comunes( p. ej. Zaratornis stresemanni).
Años después, en 2006, el equipo de la ONG ECOAN evaluó una mayor cantidad de localidades en los Conchucos, principalmente en la zona de influencia de la mina Antamina, a fin de evaluar los posibles impactos de ésta y prever acciones para su conservación y protección( ECOAN, 2005). En esta oportunidad, las evaluaciones reportaron un total de 91 especies de aves, siendo los bosques de la Quebrada de Juproc el que poseía la mayor riqueza de especies( Tabla 2). Sevillano-Ríos hizo lo propio en Rurichincha, y otras dos quebradas no evaluadas anteriormente( Cedros y Arma en Chacas) en conjunto con la Oficina del Parque Nacional Huascarán y un estudio adicional en tres quebradas de la Cordillera Blanca, una en los Conchucos y otra en Aquia, provincia de Bolognesi( Sevillano-Ríos, 2010; Sevillano-Ríos, Lloyd y Valdés-Velásquez, 2011)( Tabla 2). Finalmente, algunas notas producidas a partir de pequeñas expediciones, han permitido ampliar la lista de especies registradas en la
Revista de Glaciares y Ecosistemas de Montaña 2( 2017): 87-102
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